Fuente:n Edmundo Farolán/ El Tintero de Tonos
La poesía hispanofilipina es hoy día un fenómeno raro, debido a la llegada de los norteamericanos al comienzo del s. XX, resultando en una intensiva lavada cerebral en inglés del pueblo filipino, algo que los españoles en Filipinas durante su permanencia de cuatro siglos no pudieron hacer, particularmente en el campo lingüístico.
A pesar de esto, la poesía hispanofilipina llegó a escribirse. En su artículo La fase formativa de la literatura hispanofilipina, el académico Guillermo Gómez Rivera menciona a varios poetas filipinos en el s. XVII de origen chino: José María Nicaísay, Tomás Chuidian, Tomás Pinpín, Fernando Bagongbanta, Juan de Vera Ken Yong y Carlos Calao, entre otros.
Fernando Bagongbanta fue un escritor y poeta en tagalo y castellano. Escribió “ladinos”, unos versos romanceados alternados en castellano/latín y tagalo sobre temas religiosos. He aquí un fragmento de su obra:
Gracias se den sempiternas
Al que hizo salir la estrella
Que destierra las tinieblas
De toda nuestra tierra.
Salamat nang walang hanggang
Sa nagpasilang ng tala
Sa buong bayan natin,
Na sa dilim nagpataboy.
Oh, Gran Dios, mi Padre,
Quered ayudarme,
Sedme favorable
Porque esto se acabe
Y a vos os alaben.
Oh, Dakilang Dios, Ama ko,
Naisin mong tulungan ako.
Maguing mapagbigay kayo
Upang matpos ito
At ikaý maipagpuri ng lahat.
Tomas Pinpín en la historia filipina es conocido como el primer impresor y tipógrafo de las islas. Gómez Rivera dice que “Pinpin queda en la historia de Filipinas como uno de los precursores de la poesía filipina y del sentimiento de unidad nacional a través del lenguaje y cultura.”
En los siguientes versos, se nota su deseo de ver los dispersos grupos étnicos filipinos unidos dentro de una identidad nacional:
Los tagalos poseen su forma de escribir
Los ilocos también tienen sus propias letras;
Los bicoles no quedan atrás en ese asunto;
Y los bisayos ¡ay! ¡Cuán diferentes son!
Exhortamos a todas las tribus destas islas
Que adoren la cruz santa; que hablen en castellano,
Y que rindan al Rey de todas las Españas
Sus armas y lealtad y que observen su Ley...
José María Nicaísay, de sangre china o “sanlai” nació en Binondo, un distrito del viejo Manila. Escribió los siguientes versos que explican el origen del nombre “Manila”:
Mayi-in-il, Mayi’in’ila.
Es el pueblo que allá duerme.
Lo llamaban “Longos” antes.
Hoy lo llaman “Ba’y’bay”, playa.
Mayi quiere decir “sitio
Donde abejas, donde hormigas
Su miel crían”. Y los sanlais
Lo adquirían con sus sedas,
Sus jarrones y sus telas.
Juan de Vera Ken Yong fue el impresor del primer libro publicado en Filipinas, Doctrina Cristiana, en chino y castellano, en 1593. Cultivó las letras como resultado de su aprendizaje del castellano por los padres dominicos. Como muestra, tenemos los siguientes versos que revelan sus sentimientos religiosos:
Vengo del gran Reino China
En busca de paz y pan...
Vengo del gran Reino china.
Llego a estas islas buenas
Y a Hispania sirvo con Dios...
Llego a estas islas buenas.
Mi madre es la Virgen Santa.
En ella veo a mi madre...
Mi madre es la Virgen Santa.
No nos dicen la verdad
En Macau los portugueses...
No nos dicen la verdad
Cristo es mi Salvador.
Gracias a los castellanos
Cristo es mi Salvador.
Tomás Chuidian fue vástago de un emigrante de China que se estableció en Tondo, arrabal del viejo Manila. He aquí las dos primeras estrofas de su poema “Corre en mis venas sangre celestial”:
¡Corre en mis venas
Sangre celestial!
Soy celestial por sanlai
Y soy sanlai y ansit
Por ser de China,
China antigua por Catjal
La imperial...
Gran Reino. Reino del centro.
La inmortal.
¡Corre en mis venas
Sangre celestial!
Soy celestial por seguir
¡A Jesucristo!
Jesús me hizo
Cristiano y celestial.
Y abrió por mí
Puertas del Paraiso.
Ahola, y soy inmortal.
(Nótense el uso de “ahola” en vez de “ahora” que es frecuente en la pronunciación china, la “r” pronunciada como “l”).
Carlos Calao nació en Ba-yba-y, Binondo. Escribió estos versos en 1614 de Fernando Magallanes, a quien atribuye la introducción de la fe católica en Filipinas:
Que Dios le perdone al salvaje,
Al pagano de Mactán
Que no entendió la palabra
De Dios en el Capitán
Magallanes, a quien muerte
Dio por orden de Satán,
El enemigo de Cristo,
El ponsonoso alacrán.
El Capitán Magallanes
Los invitó a servir
Al verdadero Dios nuestro;
Mas, aquel regulo vil
Llamado Cali Pulaco*
No quiso ver ni sentir
La dádiva de la Fe
Y nos lo hizo morir.
(*mejor conocido en la historia filipina como Lapu-Lapu, fue el que mató al gran descubridor hispano.)
En el s. XVIII, aparece Luis Rodríguez Varela, un criollo, quien fue el primero que escribía composiciones patrióticas. Escribió una colección de poesías titulada Parnaso Filipino, pero no se han conservado copias de esta colección. Seguramente, hubo otros poetas en este período, y sería menester hacer una investigación más detallada de esta etapa de la literatura filipina.
No era hasta el s. XIX cuando aparecen literatos de gran importancia. Dos de ellos fueron el héroe nacional, José Rizal (1861-1896), José Palma (1876-1903) y Pedro Paterno (1857-1911). Estos dos escribieron en casi todos los géneros literarios, y, en particular, la novela y la poesía.
Rizal, mundialmente conocido por Mi último adiós, su última poesía escrita la noche antes de su fusilamiento, y sus dos novelas, Noli me tangere y El Filibusterismo, traducidas en varios idiomas, fue médico, novelista, poeta, político, filólogo, pedagogo, agricultor, tipógrafo, escultor, pintor, naturalista, y políglota (hablaba más de veinte idiomas).
La poesía que incluimos aquí no es muy conocida pero es interesante porque proyecta el genio de este hombre; muestra en estos versos cómo la síntesis de agua y fuego forma lo que siempre fueron sus deseos para el pueblo filipino: “progreso, vida, luz y movimiento”:
EL AGUA Y EL FUEGO (fragmento)
Agua somos, decís; vosotros, fuego.
¡Cómo lo queráis, sea!…
¡Vivamos en sosiego,
y el incendio, jamás luchar nos vea,
sino que unidos por la ciencia sabia
de las calderas en el seno ardiente,
sin cólera, sin rabia,
formemos el vapor, quinto elemento,
progreso, vida, luz y movimiento!
Otra poesía, A la juventud filipina, que ganó un premio estudiantil, escrita en la misma temporada que El agua y el fuego, la escribió cuando también era estudiante en el Ateneo Municipal de Manila:
A La Juventud Filipina
Alza su tersa frente,
Juventud Filipina, en este día!
Luce resplandeciente
Tu rica gallardía,
Bella esperanza de la Patria Mía!
Vuela, genio grandioso,
Y les infunde noble pensamiento,
Que lance vigoroso,
Más rápido que el viento,
Su mente virgen al glorioso asiento.
Baja con la luz grata
De las artes y ciencias a la arena,
Juventud, y desata
La pesada cadena
Que tu genio poético encadena.
Ve que en la ardiente zona
Do moraron las sombras, el hispano
Esplendente corona,
Con pía sabia mano,
Ofrece al hijo de este suelo indiano.
Tú, que buscando subes,
En alas de tu rica fantasía,
Del Olimpo en las nubes
Tiernísima poesía
Más sabrosa que néctar y ambrosía
Tú, de celeste acento,
Melodioso rival Filomena,
Que en variado concento
En la noche serena
Disipas del mortal la amarga pena.
Tú que la pena dura
Animas al impulso de tu mente,
Y la memoria pura
Del genio refulgente
Eternizas con genio prepotente.
Y tú, que el vario encanto
De Febo, amado del divino Apeles,
Y de natura el manto
Con mágicos pinceles
Trasladar al sencillo lienzo sueles.
Corred! que sacra llama
Del genio el lauro coronar espera,
Esparciendo la Fama
Con trompa pregonera
El nombre del mortal por la ancha espera.
Día, día feliz,
Filipinas gentil, para tu suelo!
Al Potente bendice
Que con amante anhelo
La ventura te envía y el consuelo.
Su más famosa poesía, Mi último adiós, traducida en varias lenguas, la escribió la noche antes de ser fusilado, y la guardó en una lámpara en su cárcel:
Mi último Adiós
Adiós, Patria adorada, región del sol querida,
Perla del Mar de Oriente, nuestra perdido Edén!
A darte voy alegre la triste mustia vida,
Y fuera mas brillante, mas fresca, mas florida,
También por ti la diera, la diera por tu bien.
En campos de batalla, luchando con delirio
Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar;
El sitio nada importa, ciprés, laurel o lirio,
Cadalso o campo abierto, combate o cruel martirio,
Lo mismo es si lo piden La Patria y el hogar.
Yo muero cuando veo que el cielo se colora
Y al fin anuncia el día tras lóbrego capuz;
Si grana necesitas para teñir tu aurora,
Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora
Y dórela un reflejo de su naciente luz
Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente,
Mis sueños cuando joven ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, joya del Mar de Oriente
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceno, sin arrugas, sin mancha de rubor.
Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
Salud te grita el alma que pronto va a partir!
Salud! ah, que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.
Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día
Entre la espesa hierba sencilla, humilde flor,
Acércala a tus labios y besa el alma mía,
Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría
De tu ternura el soplo, de tu halito el calor.
Deja la luna verme con luz tranquila y suave;
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave,
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave
Deja que el ave entone su cántico de paz.
Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore
Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos,
Deja que un ser amigo mi fin temprano llore
Y en las serenas tardes cuando por mi alguien ore
Ora también, Oh Patria, por mi descanso a Dios!
Ora por todos cuantos murieron sin ventura,
Por cuantos padecieron tormentos sin igual,
Por nuestras pobres madres que gimen su amargura;
Por huérfanos y viudas, por presos en tortura
Y ora por ti que veas tu redención final.
Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
Y solos solo muertos quedan velando allí
No turbes su reposo, no turbes el misterio
Tal vez acordes oigas de citara o salterio,
Soy yo, querida Patria, yo que te canto a ti.
Y cuando ya mi tumba de todos olvidada
No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar,
Deja que la are el hombre, la esparza con la azada,
Y mis cenizas antes que vuelvan a nada,
El polvo de tu alfombra que vayan a formar.
Entonces nada importa me pongas en olvido,
Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzare,
Vibrante y limpia nota seré para tu oído,
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido
Constante repitiendo la esencia de mi fe.
Mi Patria idolatrada, dolor de mis dolores,
Querida Filipinas, oye el postrer adios.
Ahí, te dejo todo, mis padres, mis amores.
Voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores,
Donde la fe no mata, donde el que reina es Dios.
Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía;
Amigos de la infancia en el perdido hogar,
Dad gracias que descanso del fatigoso día.
Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría!
Adiós, queridos seres. Morir es descansar.
A José Palma le corresponde el honor de ser el autor del “Himno Nacional Filipino”. Desde los 17 años, componía versos, la mayoría de los cuales se publicaron en La Independencia, el órgano de la revolución. Se publicó en 1912 una colección de poesías bajo el título Melancólicas con prólogo de Cecilio Apóstol.
Himno Nacional Filipino
Tierra adorada
Hija del sol de Oriente
Su fuego ardiente
En ti latiendo está.
Tierra de amores
Del heroísmo cuna,
Los invasores
No te hollarán jamás.
En tu azul cielo, en tus auras,
En tus montes y en tu mar,
Esplende y late el poema
De tu amada libertad.
Tu pabellón que en las lides
La victoria iluminó
No verá nunca apagados
Sus estrellas ni su sol.
Tierra de dichas, de sol y amores
En tu regazo dulce es vivir:
¡Es una gloria para tus hijos
Cuando te ofenden por ti morir!
Pedro Paterno, contemporáneo de Rizal, nació en Manila, y vivió más de veinte años en Madrid donde publicó su única colección de versos, Sampaguitas, en 1880, y una novela titulada Ninay en 1885. He aquí un ejemplar de su obra poética, un breve romance:
AL ESTALLAR LA TORMENTA (fragmento)
Al estallar la tormenta
Por la playa me paseo,
Y en ver las agitaciones
Del vasto mar me embeleso.
En su inmensidad descubro
De mi amor el vivo espejo:
¡Cuántas olas luchan fuera!
¡Cuántas perlas duermen dentro!
Otro poeta, contemporáneo de Rizal y Paterno, pero no en la estatura literaria de estos dos, es Fernando Canon (1860-1938) que tiene un libro de versos publicado en 1921 con el título A la Laguna de Bay. En la siguiente poesía, el sentimiento patriótico del poeta es evidente; la patria Filipinas es la “blanca flor de montañas”:
FLOR IDEAL (fragmento)
El rocío de nubes blanquecinas
Eterniza la flor de las colinas.
Esa flor que en su cáliz peregrino
Encierra el ósculo del amor divino,
Llevado allí por las sublimes notas
Del eterno cantar de los patriotas.
Al comenzar el s. XX, se inicia aquel período en la literatura hispanofilipina que podríamos considerar la “edad de oro”, o el cenit de la literatura filipina en castellano. Aparecen durante este período Cecilio Apóstol, Jesús Balmori, Manuel Bernabé, Fernando María Guerrero, y Claro Mayo Recto. Estos escritores fueron, además de periodistas y ensayistas, poetas y dramaturgos. A pesar de la soberanía norteamericana en Filipinas, los escritores filipinos siguieron escribiendo en español.
Fernando Ma. Guerrero (1873-1929) trabajó por un tiempo para el diario “La Independencia” fundado por el patriota ilocano, Antonio Luna, poco antes de la guerra filipino-americana. Publicó dos libros de versos, Crisálidas y Aves y Flores. En el poema Mi Patria, expresa su amor patrio con un lirismo que se le hizo conocer como el “príncipe de los poetas líricos”:
MI PATRIA (fragmento)
Filipinas es un nido
Formado de hermosas flores,
Es un idilio de amores
Sobre un mar embravecido;
Es el delirio querido
Que mi cerebro obsesiona;
Es la impávida matrona
Que heredera de titanes,
Tiene por solio volcanes
Y centellas por corona
Cecilio Apóstol (1877-1938) trabajó también como periodista para el periódico revolucionario “La Independencia” y otros como “La Fraternidad”, “La Unión”, “El Renacimiento” y “La Democracia” durante los primeros años de la ocupación norteamericana. Fue miembro de la Academia Filipina. Su libro de versos, Pentélicas, pinta paisajes con imágenes vivas. Al leer sus poesías, el lector tiene la impresión de ver unas fotos o más bien, una película documentaria al estilo del National Geographic. Ejemplo de esto es la poesía Paisaje Filipino:
PAISAJE FILIPINO (fragmento)
El sol en ebriedad suprema el suelo muerde
Porque todo en la hora canicular concuerde,
Ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde
Paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.
……………
Lejos corre, seguida del crío, una potranca,
Un carabao lustroso en un charco se estanca;
En su lomo una garza hace una nota blanca.
Un río desenrosca las eses de su tripa,
Y asoma, allá donde su curva se disipa,
Las manchas trapecialez de sus techos de nipa.
Isidro Marfori (1890-1949) nació en Calamba, Laguna y murió en España. Fue ganador de varios premios literarios por sus poesías, ya influidas por los ismos que invadían España durante su estancia allá. Publicó las siguientes colecciones poéticas: Cadencias, Aromas de ensueño, Bajo el yugo del dólar, Sonetos, y Versos.
Sus tempranas poesías combinan trazos del romanticismo influido por el colombiano Vargas Vila y al español Bécquer, particularmente en el empleo del extremadamente individualista y romántico “yo”.
LÍRICAS (fragmento)
Aunque se diga luego
Que soy un ruín o un loco
O mi obra es la de un ciego,
Mujer, te amaré un poco.
¿Qué me importan la mofa y la histriónica risa
y el menosprecio hipócrita de los viles de rango?
Acojo la sonrisa
De tu ilusión doliente…¡Ven a mí, flor del fango!
La poesía latinoamericana dejó huellas en la poesía filipina, como acabamos de ver en esta poesía. El rubendarismo llegaba a su cima en Filipinas en los primeros años del siglo actual, y los poetas filipinos leían Azul (publicado por primera vez en 1888), Prosas Profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). La sensibilidad poética de los filipinos iba mano a mano con la de sus hermanos latinos, y por eso, el Modernismo como movimiento literario tuvo un impacto tremendo en los poetas filipinos.
La influencia del poeta mexicano Amado Nervo (“Era llena de gracia el Avemaría”/ quien la vio no la pudo jamás olvidar) se replica en la poesía que lleva el mismo título, Gratia Plena, de Jesús Balmori (1886-1948). Pero era la intención de Balmori superar, y no imitar, al poeta mexicano:
GRATIA PLENA (fragmento)
Ya de ti ni siquiera en sueños me acordaba,
Pero ante el blanco altar del Santo Sacramento
Te he visto comulgando. Cuando el cáliz se alzaba
¡Tu frente se doblaba como una flor al viento!
………………….
¡Gratia plena, mujer! Cuando acabó la misa
y pasaste ante mí con la frente inclinada,
sin que abriera la alba de tu mirada:
¡Yo caí de rodillas! Y de tu encanto en pos,
Ante mi Dios pequé, miserable de mí,
Porque hasta ahora no sé si me postré ante Dios
O me postré ante ti.
Balmori fue un escritor prolífico. A los 17 años, publicó su primer libro de versos, Rimas Malayas. Dedicó también su talento a las novelas; dos de ellas fueron publicadas: Bancarrota de Almas y Se deshojó la Flor. Escribía una columna diaria de versos satíricos bajo el título de “Vidas Manileñas” en el periódico La Vanguardia. Su colección de poesías Mi Casa de Nipa ganó el gran premio de poesía en el concurso literario nacional bajo los auspicios de la Mancomunidad de Filipinas en 1940, y fue publicado el año siguiente.
Manuel Bernabé (1890-1960), galardón de muchos premios de poesía, nació en Parañaque. Tiene dos colecciones de poesía, Cantos del trópico (1929) y Perfil de Cresta (1957). Fue constante competidor de Jesús Balmori en muchas justas poéticas, y fue miembro de la Academia Filipina. En los siguientes versos de su poesía La muerte de Don Quijote, Bernabé elabora poéticamente lo que D. Quijote pronunció antes de su muerte: “Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno” (II, LXXIV):
La Muerte de Don Quijote (fragmento)
--¡Loado sea Dios, que no me pierde
en la red de mis tristes aventuras:
si viví loco, he de morirme cuerdo!
¡Adios, locuras!
……….
No se puede vivir cazando estrellas,
Porque el vivir de antaño y el de hogaño,
Está tejido con las cosas bellas
Del desengaño.
Que yo a los hombres escarmiento sea:
Como la tierra mis funestos brotes;
Y se acabe de un soplo la ralea
De los quijotes….
……………….
Claro Mayo Recto (1890-1960), buen amigo de Bernabé y también miembro de la Academia Filipina, siendo su Director y Presidente por alguna temporada, nació en Tiaong (ahora provincia de Quézon) y murió en Roma cuando estaba por ver realizado su sueño de visitar España. Víctima de un ataque cardiaco, sus últimas palabras que reflejan su nacionalismo furibundo, fueron: “¡Qué terrible es morir lejos del terruño!”
Publicó un libro de versos titulado Bajo los cocoteros en 1911, y se estrenaron dos de sus obras teatrales, Solo entre las sombras y La ruta de Damasco. Fue un apasionante patriota, y escribió varios artículos periodísticos y ensayos contra la política norteamericana, el más leído y popular siendo “Monroismo Asiático”.
He aquí un ejemplar de su obra poética. En “Las Dalagas Filipinas”, su inspiración es viril, y expresa la belleza, el amor, la mujer filipina. Su estilo combina lo clásico y modernista, pero conserva siempre su personalidad de poeta—definitivamente filipina:
LAS DALAGAS FILIPINAS (fragmento)
Dalagas del terruño, el poeta os saluda,
Coronado de flores, de ensueño y arrebol,
Y por los dioses lares y por el mismo Budha,
Os ofrenda estas rosas, novias todas del sol.
……………….
Caballera flotante cual selva enmarañada,
Que exhala dulcemente aromas de querer,
Ensoñación, delirio del alma, enamorada
De las carnes y besos de la amada mujer.
…………….
Talle gentil y esbelto como enhiesta palmera,
Donde alegres laboran las abejas su miel,
Con suave ritmo que los nervios exaspera,
Como si fuese espíritu de un viejo moscatel.
Todo un conjunto armónico y grato que envidiara
La ardiente castellana y la impasible “miss”,
La princesa que el cielo de Rusia cobijara
Y la dama que siente la fiebre de París.
Quien dice que no es bella la mujer filipina,
Que visite estas tierras de Burgos y Rizal,
Y verá que es más mística, más dulce y más divina,
La hija de los rajahs, la niña tropical.
En la obra poética de Emeterio Barcelón, notemos temas religiosos. La devoción a la Virgen María está bien clara en este poema:
Recuerdos de la Anunciación
Majestuosa gravedad
de los campos nazarenos.
Campos de misterio llenos
de casta serenidad,
Cedros y pinos figuran
unos centinelas graves
que algo misterioso auguran;
hasta el canto de las aves,
al saludar a la aurora,
no es la ordinaria, sonora
canción, que todo lo llena,
franca, abierta, juguetona,
sino mística y serena.
La naturaleza entona
religioso himno inaudito
con ecos de lo infinito.
Una poesía de honda espiritualidad inspirada por los místicos Juan de la Cruz y Teresa de Avila es esta bella poesía de Fernando de la Concepción:
DE LA HORA ANACORETA
(fragmento)
Quiero aprender la lección
Del callar enamorado:
¡Señor, oye al corazón
Que sin voz te habla, extasiado!
Pues no hay tumulto que llegue
a tu Presencia distante,
Deja que al silencio entregue
Mi palabra disonante.
A tu amor, mi Dios, respondo
Y ansío tu pecho me abras.
Un amor te doy, ¡tan hondo!
Que no conoce palabras.
Por otro lado, la poesía de Cecilio Apóstol expresa imágenes, y en la siguiente poesía, casi se ve claramente, en su descripción poética, sus observaciones pintorescas del campo filipino:
PAISAJE FILIPINO
El sol en ebriedad suprema el suelo muerde,
Porque todo en la hora canicular concuerde,
ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde
paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.
Un mango aislado eleva su centenaria fronda
junto un punso enano de giba aguda y monda,
que las hormigas alzan para que en él esconda
el nuno vigilante que por las mieses ronda.
Lejos corre, seguida del crío, una potranca,
un carabao lustroso en un charco se estanca;
en su lomo una garza hace una nota blanca.
Un río desenrosca las eses de su tripa,
y asoma, allá donde su curva se disipa,
las manchas trapeciales de sus techos de nipa.
“Melancolía” es una bella poesía tomado del libro Emocionario: versos de la adolescenica (1929) de otro gran poeta, Francisco Zaragoza, que sirvió como director de la Academia Filipina (1985-90):
MELANCOLÍA
En las serenas aguas de los lagos
hay como una sutil melancolía:
nostalgia de pretéritos halagos,
de recuerdos...de amor...de lejanía...
Reflejan mis ensueños de otros días
como en mudos espejos delirantes;
la historia de mis ansias y alegrías,
...¡el fulgor de sus ojos inquietantes!
¡No sé qué oculta relación alienta
entre mi alma y el místico paisaje,
que su melancolía en mí fermenta
como un acto de extraño vasallate!
¡Cuántas veces las aguas adormidas,
en que el misterio señaló sus huellas,
retrataron unidas nuestras vidas
bajo el conjuro astral de las estrellas!
Flota en el aire un halo de tristeza
que comunica un íntimo mensaje.
El alma entera se arrodilla, y reza
la oración desgarrada del paisaje.
Desfilan ante mí, mudas, cansadas
las horas sin pasión y sin ternura,
vacías, como antorchas apagadas;
frías, como olvidad sepultura.
Al contemplar el panorama incierto,
que una inquietud de lobreguez reviste,
se dijera la cámara de un muerto
¡eternamente desolada y triste!
La paradoja que se encuentra en las poesías filipinas de la Edad de Oro es, aunque se ha escrito mucho durante este período, el contenido poético refleja un tono sombrío, triste. Casi todos los poetas de este momento histórico lamentan la pérdida agonizante de la herencia española en estas islas, en particular, la lengua.
Enrique Fernández Lumba fue uno de los escritores en este periodo que lamentaba la pérdida del español en Filipinas. Secretario de la Academia Filipina hasta los años setenta, era un hombre pragmático, y se metió con mucha controversia entre los académicos cuando publicó un artículo sobre la lengua española como una "reliquia" en Filipinas. Su estilo poético es intimista y sentimental. En la siguiente poesía, expresa su tristeza por un amor perdido, y aquí se nota claramente algún paralelismo simbólico de la pérdida de la lengua española en Filipinas:
TUS CARTAS
Yo las conservo como reliquias
de un amor grande, pero ya muerto;
yo las conservo como cenizas,
como despojos de extinto fuego.
Yo las conservo con el cariño
con que se guardan tristes recuerdos,
con la amargura de un bien perdido,
con el cuidado de un pobre viejo.
Cuando las miro, suave amargura
sube a mis ojos, llena mi pecho
y hondos suspiros el alma inundan:
tristes suspiros que van muy lejos.
¿Quién me dijera que ayer en ellas
tú me juraras amor eterno,
tú me escribieras tantas ternezas
y me olvidaras muy pronto luego?
Por eso siempre cuando las miro,
dolor agudo hiere mi pecho,
porque me hablan de un amor mío
que fue muy grande, que ya está muerto...
Lorenzo Pérez Tuells nació en Madrid en 1898 y vino a Filipinas cuando sólo tenía cuatro años. Estudió en el Ateneo de Manila donde se graduó como perito mercantil. Ganó varios premios en concursos poéticos, y sus poesías aparecieron en publicaciones importantes en España y Latinoamérica. Dirigió la revista Excelsior, y en 1938, dedicó a la producción de películas. En 1947, fue elegido como miembro de la Academia Filipina y en 1956, formó parte de la Delegación Filipina al II Congreso de Academia de la Lengua. Falleció en Manila en 1956.
A RIZAL
El ave de recuerdo bate sus alas reales,
--¡oh, apóstol!,¡oh, profeta!--sobre tu blanca tumba
Tu nombre, entre una música de liras celestiales,
en el eco profundo de la historia retumba.
A pesar de la insidia del Tiempo del Olvido,
te yergues soberano--¡oh, apóstol!, ¡oh, profeta!--
en la mano una palma, pues que mártir has sido,
y un laurel en la frente, pues que fuiste poeta.
.........
Y la Patria, esa madre de todos tus afanes,
que se envuelve en el oro lustral de sus Estíos,
te invoca con el rudo vibrar de sus volcanes,
te reza con el dulce sollozo de sus ríos...
Y es que guarda en el fondo de su pecho, latente,
la llama de tu noble, libertadora, tea.
¡Puede un trozo de plomo destrozar una frente,
pero no puede nunca destrozar una idea...!
Fernando María Guerrero fue otro gran poeta de este periodo. Fue nombrado "Príncipe de los poetas líricos" por la Academia Filipina, e ingresó poco después como miembro de número. Publicó dos colecciones de poesías, Crisálidas en 1914, y póstumamente en 1971, se publicó Aves y Flores. La siguiente poesía expresa, como la de Fernández Lumba, el simbolismo de un violín silente que refleja el abandono del español en Filipinas:
EL VIOLÍN SILENTE
En parda funda, sobre el rojo marco
que orla el cristal de un deslucido espejo,
hay un violín sin cuerdas,
un violín cuyo arco,
por ser, en su abandono, casi viejo,
ya ha perdido sus equinas cerdas.
Ya quien había de tocarle ha muerto;
la futura canción se hizo pasada
por voluntad del Sino
Las manos de mi Alberto,
al llamar a las puertas de la Nada,
¡han dejado el violín en mi camino!...
Y allí está, polvoriento y silencioso,
como triste reliquia de un naufragio
en la flor de la vida.
Parece, en su reposo,
traerme el alma el único presagio
consolador: mi próxima partida!
Incluidas también dentro de este período de oro de la poesía hispanofilipina son varias poetisas que han contribuido inmensamente al desarrollo de la poesía filipina en español. Citamos a cuatro: Evangelina Guerrero Zacarías, Nilda Guerrero Barranco, Adelina Guerrea Monasterio, y Esperanza Baxter.
Evangelina Guerrero Zacarías heredó la vocación poética de su padre, Fernando Maria Guerrero, y fue una escritora prolífica. Escribió cuentos, ensayos, prosas líricas, además de sus poesías que publicó bajo el título Kaleidoscopio Espiritual. He aquí una poesía tomada de esta colección:
EL PARQUE SOLITARIO
Envuelto en sombras duerme en el misterio
de la noche plateada el olvidado
parque; glosa la brisa en el salterio
mágico del frondaje desmayado
leve cantata de sutil pesar.
Surca las ondas una azul estela
que un barco deja sobre el glauco mar.
Un ave pía con fugaz cautela...
Es una queja el canto de la fuente
que va evocando mil recuerdos viejos,
mientras sus aguas hacia el cielo miran.
Y en un espasmo de ansiedad ardiente,
se alzan hasta los astros que allá lejos
plenos de amor por su pasión suspiran.
Adelina Gurrea Monasterio nació en La Carlota, Negros Occidental. Escribió teatro, cuentos y poesías. Fue directora de la sección femenina del periódico manilense La Vanguardia, y en 1921, embarcó para España donde
vivió el resto de su vida. Su libro de cuentos titulado Cuentos de Juana, ganó el primer premio de literatura en el Certamen de la Unión Latina de París.
CON TAÑIDO DE CAMPANA
Niebla sobre la ciudad,
humo del aire y del frío,
infinita soledad
del azul corazón mío.
Niebla sobre la ciudad.
Sudor de atmósfera plena
en la tristeza de enero,
difumino de la antena
vegetal y del sendero.
Sudor de atmósfera plena.
Invitación a ensoñar
langores del corazón,
a desprender del telar
los hilos de la razón.
Invitación a ensoñar.
Con tañido de campana
de mi torre azul bermeja
aquella historia temprana
que está quedando vieja.
Con tañido de campana.
Esperanza L. Baxter es una genial y fecunda poetisa. Nació en Barcelona el 7 de agosto de 1922. Estudió en la escuela de Bellas Artes y Buenas Letras, distinguiéndose más tarde como guionista religiosa de Radio Barcelona, obteniendo por sus escritos varios premios. Vino a Filipinas en 1952 y siguió cosechando lauros ganando el Premio Zabel de Literatura. Colaboró con profusión en casi todos los periódicos castellanos de Manila, especialmente en El Debate. Fue miembro de la Academia Filipina y, por su belleza, fue “Musa”de la Asociación de Escritores Hispanofilipinos y una de las mejores rapsodas del país. Sus cantos a Filipinas testimonian su amor y afecto a esta tierra de la que fue ciudadana desde que vino de España.
RIZAL
(fragmento)
...Y Rizal, el héroe; Rizal, el filósofo;
Rizal, el lingüista, pintor y poeta,
doctor, literato, humanista,
vidente, científico y moderno profeta,
tras el veredicto, fatuo y despiadado,
de mortal sentencia,
entró silencioso y austero en capilla
con estoicismo y dignidad soberbios.
Rizal, el patriota que amó a Filipinas
con amor tan sólido y voluntad tan recia,
que, cual Nazareno, sabiendo su sino
iba al holocausto lleno de grandeza.
Iba a Filipinas a entregar su vida;
no, una sola vida; ¡cien! si cien tuviera.
Su ominoso crimen: amar a la Patria.
Su execrable idea: quererla, ¡quererla!
Sus actividades: algunos escritos
con patrios alientos,
deseando ardiente, en libertad verla.
En las hoscas horas de mi luenga vida,
cuando aún le recuerdo sus horas postreras
en la angosta celda del Fuerte Santiago,
mis ojos caducos, sangran y llamean.
Sangran de coraje, porque cual judíos,
pudiendo salvarle,
levantando armas, que, Unidad es Fuerza,
callamos cobardes, temblando en el Campo,
haciéndonos cómplices de la gran tragedia.
Y es entonces cuando viene clara
su imagen señera;
la visión del Mártir, la expresión del Héroe
en las asfixiantes horas de la espera.
Le veo pulsando sereno su Lira,
su soberbia Lira de inmortal cadencia,
dedicando su “ULTIMO ADIOS” a la Patria
adiós; todo un símbolo de ardiente elocuencia.
Adiós, hecho grito sublime en el alma;
adiós, de perdón a su afrenta;
adiós, a sus seres queridos;
adiós, a su Raza; adiós, a su Idea.
Su lucha fue vana, pero nunca estéril.
Y Rizal, más que hombre, ya todo un emblema,
marcha resignado donde no hay esclavos,
donde no hay verdugos, donde Dios impera.
Amanece el día del vil sacrificio...
y a las oquedades de su húmeda celda
penetra el cortejo que ha de dar al héroe,
del documento a firmar su sentencia.
Rizal, el valiente, el caballeroso,
recoge la pluma con gran entereza
y escribe su firma con una elegancia,
con un predominio, con una destreza,
que asómbrase el grupo al ver estampada
la firma del héroe con su mejor letra.
Y doblando el pliego de tinta aun húmeda,
con cara impasible, del reo se aleja
el grupo plomizo de protocolarios,
delatando el paso sus acciones bélicas.
Después...¡las tinieblas! En la celda umbría.
Rizal queda sólo en aquella tragedia
que se hace gigante, se hace apocalíptica,
a medida que avanzan sus horas postreras.
E inicia solemne unos pasos sincrónicos
en aquel rectángulo de indigna vivienda,
con una esperanza que se desvanece,
cuando se convence,
que la Patria exige su mortal Ofrenda.
Y así, extenuado por presentimientos,
en humilde silla se vence el Poeta,
rindiendo sus codos sobre un escritorio
a la luz vacilante de pálida vela.
Y es entonces cuando, de repente,
con toda su fuerza,
emerge estallante de luces y ardores
¡su lira soberbia!
Su Lira que enciéndese en pira sagrada
en aquella estancia de plúmbeas tinieblas,
al trazar los primeros renglones bellísimos,
las sílabas cumbres, de intensa elocuencia,
de su despedida a la Patria adorada,
su inmortal Elegia Patética,
que entrará palpitante de vida
en la propia Historia cual obra Maestra.
El adiós que le exalta a la cumbre más alta,
a la cuádriga de oro, do incrústase egregia,
la divisa triunfal hecha tríptico
de: LA PATRIA, RIZAL Y BANDERA.
Ya cruza el camino que, de Santiago
hasta Bagumbayan le dista una legua.
Lo cruza sereno, arrogante, austero,
con el propio paso y el alma despierta,
y una mezcla extraña de melancolía
que su faz altera,
al dejar el suelo de su Filipinas,
no, dejarlo en alma; mas sí, en la materia,
que, vibrante nota será para el oído...
a generaciones sobrevenideras.
Por fin llega al cuadro que en el Bagumbayan,
ocho filipinos en armas esperan.
Rizal cruza firme, sin perder la calma,
gentil, sin reproches, sin la menor queja.
Mas, ruega a aquel grupo que se halla en funciones,
el ser fusilado mirando la Enseña,
porque por la espalda mueren los traidores;
y a la hispana causa jamás él lo fuera;
ni lo hubiera sido,
porque siempre un hijo a la Madre venera.
Mas...¡le es negado!
Y una vez repuesto de esta nueva afrenta,
volviendo sus ojos del martirio ungidos,
a los que presencian la trágica escena,
les dice: “Muero perdonando, sin resentimientos,
a los que sin causa así me condenan.
Por la patria acepto gustoso tal paso,
pues sé que algún día será mi Odisea...”
..........
Nilda Guerrero Barranco, la hija menor de Fernando María Guerrero y hermana de Evangelina Guerrero Zacarías, publicó sus producciones literarias en varios y revistas en Manila. En 1964, obtuvo el Premio Zóbel por su colección de cuentos y prosas sentimentales bajo el título de Nostalgias. Fue elegida miembro de número de la Academia Filipina en 1980. La siguiente poesía viene de su colección de poemas, Capullos (1982):
DIA OTOÑAL
Se tornan flavas las hojas. Caen silenciosas
Y alfombran con su color rojizo los caminos.
Una a una van cayendo...Giran tumultuosas;
Aletean en el aire, dos, tres, cuatro, cinco...
Y quedan sin veste los árboles, y sus troncos,
Cual gigantes airados con mil brazos enjutos,
Muerta su belleza bajo el azote de otoño,
Avivan y exacerban los pesares ocultos.
Cielo brumoso fimbriado de hoscos nubarrones
Como una vieja arrebujada en negros mantones;
El crepúsculo triste, la brisa fría y seca,
Y el alma doliente de saudade languidece
Entre un montón de hojas secas que el aire estremece
Y esparce como quimeras que el viento se lleva...
En los años sesenta, surgió una nueva generación de poetas filipinos en castellano, influidos por los ismos que caracterizaron a los poetas vanguardistas después de la Primera Guerra Mundial. Estos poetas conocen a Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Octavio Paz, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, etc.
Además del castellano, estos poetas escribieron y siguen escribiendo en otros idiomas, inglés en particular, algunos en francés, y otros en los idiomas filipinos como el tagalo, cebuano, ilonggo, e ilocano. Escriben en varios estilos y temas; del verso libre y prosaico, a las métricas tradicionales; de temas surrealistas, dadaístas y de protesta, a temas realistas, religiosos, y pacíficos. Escriben en el estilo vanguardista, pero vuelven a los clásicos en forma y contenido, tomando los temas y los estilos literarios de los clásicos castellanos: Quevedo, Valle Inclán, Góngora, Santa Teresa de Jesús, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, etc.
Los que más se definen en este grupo de vanguardistas filipinos son Federico Espino Licsí, Guillermo Gómez Rivera, Ángel Estrada, Edmundo Farolán, G. Burce Bunao, y Gilbert Luis Centina III.
En la poesía de Federico Espino Licsí, Romance de la cita desdichada, vemos un ejemplo del romance tradicional donde el poeta utiliza los temas de honor y venganza en el contenido poético, pero utilizando un escenario filipino donde estos temas llevan relevancia. Es un romance, diríamos, más contemporáneo, más gráfico, mucho más corto, donde el poeta usa las imágenes poéticas de la flor para referir al instrumento sexual cortado de su cuerpo, una rosa que pierde su vida, una rosa que "sangra en el suelo,/sin pétalos, sin espinas."
Espino Licsi, concentra sus poemas en el romanticismo tradicional, y producía sus poesías con la disciplina del verso tradicional. Escribe en inglés, español, y tagalo, y fue premiado varias veces con el prestigioso Premio Palanca de Literatura en Filipinas. He aquí el romance:
ROMANCE DE LA CITA DESDICHADA
Sigue el viaje de la Luna.
Sigue la secreta cita.
Mozuelo alto, moza baja
y un verde rumor de brisa.
Arde el mozuelo fornido
hundido en la íntima sima,
el pez de su amor cambiándose
en una rosa encendida,
y la Luna pudorosa
quiere esfumarse de prisa.
En el silencio sangriento,
¡Qué meloso es el descanso
cuando la flor se marchita!
De repente, tres mozuelos,
hermanos de la mocita,
con fríos cuchillos entran
en el lugar de la cita.
Es ágil la venganza
en la selva filipina
y mientras la Luna asoma
tras las nubes blanquecinas,
la rosa sangra en el suelo,
sin pétalos, sin espinas.
Guillermo Gómez Rivera, por otro lado, fue y sigue siendo el quijote del grupo, el batallador para la sobrevivencia del español en Filipinas. Escribe en inglés, español e ilonggo, y fue coronado Príncipe de los poetas ilonggos. Escribió tres libros de gramática, varios ensayos en defensa del español en Filipinas, una obra de teatro El Caserón, y un libro inédito de poesías. Fue otorgado el Premio Zóbel de 1975 y en 1984, ingresó como miembro de número en la Academia Filipina. Hoy día es el director del semanario, Nueva Era, uno de los dos semanarios en español publicado en Manila, el otro siendo Nuevo Horizonte.
Su poesía que más se destaca es Fulgor de Jades, dedicada a Primi, una estrella de baile, una creación a la Pigmalión de Gómez Rivera, también un danzante de flamenco y fundador del grupo de baile español de la Casa de
España de Manila.
FULGOR DE JADES
Una sonrisa. Siempre una sonrisa
amanece lenta en tu faz morena;
luz recién resurrecta que te riza
los sueños de mujer: santa o sirena.
Aunque no tengas la blanca forma
de sueños helénicos, siempre llevas
prendido en los fulgores de tu norma,
el encanto bíblico de las Evas.
Ven. El duende te invita a sus salas.
Se abre la puerta de la danza poética,
flor que estalla al mundo, plena de galas
en la rútila noche de la estética.
La mantilla. La cintura de avispa.
Los palillos. El frufrú de tu enaguas.
El destello de tus jades. Son chispas
de luz que alumbran tus secretas aguas.
Ven. No tardes más. Que el duende te espera
para colmarte el rostro de alegrías.
Entra y recorre la mágica esfera
del arte: de la danza que es poesía.
La poesía hispanofilipina es hoy día un fenómeno raro, debido a la llegada de los norteamericanos al comienzo del s. XX, resultando en una intensiva lavada cerebral en inglés del pueblo filipino, algo que los españoles en Filipinas durante su permanencia de cuatro siglos no pudieron hacer, particularmente en el campo lingüístico.
A pesar de esto, la poesía hispanofilipina llegó a escribirse. En su artículo La fase formativa de la literatura hispanofilipina, el académico Guillermo Gómez Rivera menciona a varios poetas filipinos en el s. XVII de origen chino: José María Nicaísay, Tomás Chuidian, Tomás Pinpín, Fernando Bagongbanta, Juan de Vera Ken Yong y Carlos Calao, entre otros.
Fernando Bagongbanta fue un escritor y poeta en tagalo y castellano. Escribió “ladinos”, unos versos romanceados alternados en castellano/latín y tagalo sobre temas religiosos. He aquí un fragmento de su obra:
Gracias se den sempiternas
Al que hizo salir la estrella
Que destierra las tinieblas
De toda nuestra tierra.
Salamat nang walang hanggang
Sa nagpasilang ng tala
Sa buong bayan natin,
Na sa dilim nagpataboy.
Oh, Gran Dios, mi Padre,
Quered ayudarme,
Sedme favorable
Porque esto se acabe
Y a vos os alaben.
Oh, Dakilang Dios, Ama ko,
Naisin mong tulungan ako.
Maguing mapagbigay kayo
Upang matpos ito
At ikaý maipagpuri ng lahat.
Tomas Pinpín en la historia filipina es conocido como el primer impresor y tipógrafo de las islas. Gómez Rivera dice que “Pinpin queda en la historia de Filipinas como uno de los precursores de la poesía filipina y del sentimiento de unidad nacional a través del lenguaje y cultura.”
En los siguientes versos, se nota su deseo de ver los dispersos grupos étnicos filipinos unidos dentro de una identidad nacional:
Los tagalos poseen su forma de escribir
Los ilocos también tienen sus propias letras;
Los bicoles no quedan atrás en ese asunto;
Y los bisayos ¡ay! ¡Cuán diferentes son!
Exhortamos a todas las tribus destas islas
Que adoren la cruz santa; que hablen en castellano,
Y que rindan al Rey de todas las Españas
Sus armas y lealtad y que observen su Ley...
José María Nicaísay, de sangre china o “sanlai” nació en Binondo, un distrito del viejo Manila. Escribió los siguientes versos que explican el origen del nombre “Manila”:
Mayi-in-il, Mayi’in’ila.
Es el pueblo que allá duerme.
Lo llamaban “Longos” antes.
Hoy lo llaman “Ba’y’bay”, playa.
Mayi quiere decir “sitio
Donde abejas, donde hormigas
Su miel crían”. Y los sanlais
Lo adquirían con sus sedas,
Sus jarrones y sus telas.
Juan de Vera Ken Yong fue el impresor del primer libro publicado en Filipinas, Doctrina Cristiana, en chino y castellano, en 1593. Cultivó las letras como resultado de su aprendizaje del castellano por los padres dominicos. Como muestra, tenemos los siguientes versos que revelan sus sentimientos religiosos:
Vengo del gran Reino China
En busca de paz y pan...
Vengo del gran Reino china.
Llego a estas islas buenas
Y a Hispania sirvo con Dios...
Llego a estas islas buenas.
Mi madre es la Virgen Santa.
En ella veo a mi madre...
Mi madre es la Virgen Santa.
No nos dicen la verdad
En Macau los portugueses...
No nos dicen la verdad
Cristo es mi Salvador.
Gracias a los castellanos
Cristo es mi Salvador.
Tomás Chuidian fue vástago de un emigrante de China que se estableció en Tondo, arrabal del viejo Manila. He aquí las dos primeras estrofas de su poema “Corre en mis venas sangre celestial”:
¡Corre en mis venas
Sangre celestial!
Soy celestial por sanlai
Y soy sanlai y ansit
Por ser de China,
China antigua por Catjal
La imperial...
Gran Reino. Reino del centro.
La inmortal.
¡Corre en mis venas
Sangre celestial!
Soy celestial por seguir
¡A Jesucristo!
Jesús me hizo
Cristiano y celestial.
Y abrió por mí
Puertas del Paraiso.
Ahola, y soy inmortal.
(Nótense el uso de “ahola” en vez de “ahora” que es frecuente en la pronunciación china, la “r” pronunciada como “l”).
Carlos Calao nació en Ba-yba-y, Binondo. Escribió estos versos en 1614 de Fernando Magallanes, a quien atribuye la introducción de la fe católica en Filipinas:
Que Dios le perdone al salvaje,
Al pagano de Mactán
Que no entendió la palabra
De Dios en el Capitán
Magallanes, a quien muerte
Dio por orden de Satán,
El enemigo de Cristo,
El ponsonoso alacrán.
El Capitán Magallanes
Los invitó a servir
Al verdadero Dios nuestro;
Mas, aquel regulo vil
Llamado Cali Pulaco*
No quiso ver ni sentir
La dádiva de la Fe
Y nos lo hizo morir.
(*mejor conocido en la historia filipina como Lapu-Lapu, fue el que mató al gran descubridor hispano.)
En el s. XVIII, aparece Luis Rodríguez Varela, un criollo, quien fue el primero que escribía composiciones patrióticas. Escribió una colección de poesías titulada Parnaso Filipino, pero no se han conservado copias de esta colección. Seguramente, hubo otros poetas en este período, y sería menester hacer una investigación más detallada de esta etapa de la literatura filipina.
No era hasta el s. XIX cuando aparecen literatos de gran importancia. Dos de ellos fueron el héroe nacional, José Rizal (1861-1896), José Palma (1876-1903) y Pedro Paterno (1857-1911). Estos dos escribieron en casi todos los géneros literarios, y, en particular, la novela y la poesía.
Rizal, mundialmente conocido por Mi último adiós, su última poesía escrita la noche antes de su fusilamiento, y sus dos novelas, Noli me tangere y El Filibusterismo, traducidas en varios idiomas, fue médico, novelista, poeta, político, filólogo, pedagogo, agricultor, tipógrafo, escultor, pintor, naturalista, y políglota (hablaba más de veinte idiomas).
La poesía que incluimos aquí no es muy conocida pero es interesante porque proyecta el genio de este hombre; muestra en estos versos cómo la síntesis de agua y fuego forma lo que siempre fueron sus deseos para el pueblo filipino: “progreso, vida, luz y movimiento”:
EL AGUA Y EL FUEGO (fragmento)
Agua somos, decís; vosotros, fuego.
¡Cómo lo queráis, sea!…
¡Vivamos en sosiego,
y el incendio, jamás luchar nos vea,
sino que unidos por la ciencia sabia
de las calderas en el seno ardiente,
sin cólera, sin rabia,
formemos el vapor, quinto elemento,
progreso, vida, luz y movimiento!
Otra poesía, A la juventud filipina, que ganó un premio estudiantil, escrita en la misma temporada que El agua y el fuego, la escribió cuando también era estudiante en el Ateneo Municipal de Manila:
A La Juventud Filipina
Alza su tersa frente,
Juventud Filipina, en este día!
Luce resplandeciente
Tu rica gallardía,
Bella esperanza de la Patria Mía!
Vuela, genio grandioso,
Y les infunde noble pensamiento,
Que lance vigoroso,
Más rápido que el viento,
Su mente virgen al glorioso asiento.
Baja con la luz grata
De las artes y ciencias a la arena,
Juventud, y desata
La pesada cadena
Que tu genio poético encadena.
Ve que en la ardiente zona
Do moraron las sombras, el hispano
Esplendente corona,
Con pía sabia mano,
Ofrece al hijo de este suelo indiano.
Tú, que buscando subes,
En alas de tu rica fantasía,
Del Olimpo en las nubes
Tiernísima poesía
Más sabrosa que néctar y ambrosía
Tú, de celeste acento,
Melodioso rival Filomena,
Que en variado concento
En la noche serena
Disipas del mortal la amarga pena.
Tú que la pena dura
Animas al impulso de tu mente,
Y la memoria pura
Del genio refulgente
Eternizas con genio prepotente.
Y tú, que el vario encanto
De Febo, amado del divino Apeles,
Y de natura el manto
Con mágicos pinceles
Trasladar al sencillo lienzo sueles.
Corred! que sacra llama
Del genio el lauro coronar espera,
Esparciendo la Fama
Con trompa pregonera
El nombre del mortal por la ancha espera.
Día, día feliz,
Filipinas gentil, para tu suelo!
Al Potente bendice
Que con amante anhelo
La ventura te envía y el consuelo.
Su más famosa poesía, Mi último adiós, traducida en varias lenguas, la escribió la noche antes de ser fusilado, y la guardó en una lámpara en su cárcel:
Mi último Adiós
Adiós, Patria adorada, región del sol querida,
Perla del Mar de Oriente, nuestra perdido Edén!
A darte voy alegre la triste mustia vida,
Y fuera mas brillante, mas fresca, mas florida,
También por ti la diera, la diera por tu bien.
En campos de batalla, luchando con delirio
Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar;
El sitio nada importa, ciprés, laurel o lirio,
Cadalso o campo abierto, combate o cruel martirio,
Lo mismo es si lo piden La Patria y el hogar.
Yo muero cuando veo que el cielo se colora
Y al fin anuncia el día tras lóbrego capuz;
Si grana necesitas para teñir tu aurora,
Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora
Y dórela un reflejo de su naciente luz
Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente,
Mis sueños cuando joven ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, joya del Mar de Oriente
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceno, sin arrugas, sin mancha de rubor.
Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
Salud te grita el alma que pronto va a partir!
Salud! ah, que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.
Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día
Entre la espesa hierba sencilla, humilde flor,
Acércala a tus labios y besa el alma mía,
Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría
De tu ternura el soplo, de tu halito el calor.
Deja la luna verme con luz tranquila y suave;
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave,
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave
Deja que el ave entone su cántico de paz.
Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore
Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos,
Deja que un ser amigo mi fin temprano llore
Y en las serenas tardes cuando por mi alguien ore
Ora también, Oh Patria, por mi descanso a Dios!
Ora por todos cuantos murieron sin ventura,
Por cuantos padecieron tormentos sin igual,
Por nuestras pobres madres que gimen su amargura;
Por huérfanos y viudas, por presos en tortura
Y ora por ti que veas tu redención final.
Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
Y solos solo muertos quedan velando allí
No turbes su reposo, no turbes el misterio
Tal vez acordes oigas de citara o salterio,
Soy yo, querida Patria, yo que te canto a ti.
Y cuando ya mi tumba de todos olvidada
No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar,
Deja que la are el hombre, la esparza con la azada,
Y mis cenizas antes que vuelvan a nada,
El polvo de tu alfombra que vayan a formar.
Entonces nada importa me pongas en olvido,
Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzare,
Vibrante y limpia nota seré para tu oído,
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido
Constante repitiendo la esencia de mi fe.
Mi Patria idolatrada, dolor de mis dolores,
Querida Filipinas, oye el postrer adios.
Ahí, te dejo todo, mis padres, mis amores.
Voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores,
Donde la fe no mata, donde el que reina es Dios.
Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía;
Amigos de la infancia en el perdido hogar,
Dad gracias que descanso del fatigoso día.
Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría!
Adiós, queridos seres. Morir es descansar.
A José Palma le corresponde el honor de ser el autor del “Himno Nacional Filipino”. Desde los 17 años, componía versos, la mayoría de los cuales se publicaron en La Independencia, el órgano de la revolución. Se publicó en 1912 una colección de poesías bajo el título Melancólicas con prólogo de Cecilio Apóstol.
Himno Nacional Filipino
Tierra adorada
Hija del sol de Oriente
Su fuego ardiente
En ti latiendo está.
Tierra de amores
Del heroísmo cuna,
Los invasores
No te hollarán jamás.
En tu azul cielo, en tus auras,
En tus montes y en tu mar,
Esplende y late el poema
De tu amada libertad.
Tu pabellón que en las lides
La victoria iluminó
No verá nunca apagados
Sus estrellas ni su sol.
Tierra de dichas, de sol y amores
En tu regazo dulce es vivir:
¡Es una gloria para tus hijos
Cuando te ofenden por ti morir!
Pedro Paterno, contemporáneo de Rizal, nació en Manila, y vivió más de veinte años en Madrid donde publicó su única colección de versos, Sampaguitas, en 1880, y una novela titulada Ninay en 1885. He aquí un ejemplar de su obra poética, un breve romance:
AL ESTALLAR LA TORMENTA (fragmento)
Al estallar la tormenta
Por la playa me paseo,
Y en ver las agitaciones
Del vasto mar me embeleso.
En su inmensidad descubro
De mi amor el vivo espejo:
¡Cuántas olas luchan fuera!
¡Cuántas perlas duermen dentro!
Otro poeta, contemporáneo de Rizal y Paterno, pero no en la estatura literaria de estos dos, es Fernando Canon (1860-1938) que tiene un libro de versos publicado en 1921 con el título A la Laguna de Bay. En la siguiente poesía, el sentimiento patriótico del poeta es evidente; la patria Filipinas es la “blanca flor de montañas”:
FLOR IDEAL (fragmento)
El rocío de nubes blanquecinas
Eterniza la flor de las colinas.
Esa flor que en su cáliz peregrino
Encierra el ósculo del amor divino,
Llevado allí por las sublimes notas
Del eterno cantar de los patriotas.
Al comenzar el s. XX, se inicia aquel período en la literatura hispanofilipina que podríamos considerar la “edad de oro”, o el cenit de la literatura filipina en castellano. Aparecen durante este período Cecilio Apóstol, Jesús Balmori, Manuel Bernabé, Fernando María Guerrero, y Claro Mayo Recto. Estos escritores fueron, además de periodistas y ensayistas, poetas y dramaturgos. A pesar de la soberanía norteamericana en Filipinas, los escritores filipinos siguieron escribiendo en español.
Fernando Ma. Guerrero (1873-1929) trabajó por un tiempo para el diario “La Independencia” fundado por el patriota ilocano, Antonio Luna, poco antes de la guerra filipino-americana. Publicó dos libros de versos, Crisálidas y Aves y Flores. En el poema Mi Patria, expresa su amor patrio con un lirismo que se le hizo conocer como el “príncipe de los poetas líricos”:
MI PATRIA (fragmento)
Filipinas es un nido
Formado de hermosas flores,
Es un idilio de amores
Sobre un mar embravecido;
Es el delirio querido
Que mi cerebro obsesiona;
Es la impávida matrona
Que heredera de titanes,
Tiene por solio volcanes
Y centellas por corona
Cecilio Apóstol (1877-1938) trabajó también como periodista para el periódico revolucionario “La Independencia” y otros como “La Fraternidad”, “La Unión”, “El Renacimiento” y “La Democracia” durante los primeros años de la ocupación norteamericana. Fue miembro de la Academia Filipina. Su libro de versos, Pentélicas, pinta paisajes con imágenes vivas. Al leer sus poesías, el lector tiene la impresión de ver unas fotos o más bien, una película documentaria al estilo del National Geographic. Ejemplo de esto es la poesía Paisaje Filipino:
PAISAJE FILIPINO (fragmento)
El sol en ebriedad suprema el suelo muerde
Porque todo en la hora canicular concuerde,
Ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde
Paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.
……………
Lejos corre, seguida del crío, una potranca,
Un carabao lustroso en un charco se estanca;
En su lomo una garza hace una nota blanca.
Un río desenrosca las eses de su tripa,
Y asoma, allá donde su curva se disipa,
Las manchas trapecialez de sus techos de nipa.
Isidro Marfori (1890-1949) nació en Calamba, Laguna y murió en España. Fue ganador de varios premios literarios por sus poesías, ya influidas por los ismos que invadían España durante su estancia allá. Publicó las siguientes colecciones poéticas: Cadencias, Aromas de ensueño, Bajo el yugo del dólar, Sonetos, y Versos.
Sus tempranas poesías combinan trazos del romanticismo influido por el colombiano Vargas Vila y al español Bécquer, particularmente en el empleo del extremadamente individualista y romántico “yo”.
LÍRICAS (fragmento)
Aunque se diga luego
Que soy un ruín o un loco
O mi obra es la de un ciego,
Mujer, te amaré un poco.
¿Qué me importan la mofa y la histriónica risa
y el menosprecio hipócrita de los viles de rango?
Acojo la sonrisa
De tu ilusión doliente…¡Ven a mí, flor del fango!
La poesía latinoamericana dejó huellas en la poesía filipina, como acabamos de ver en esta poesía. El rubendarismo llegaba a su cima en Filipinas en los primeros años del siglo actual, y los poetas filipinos leían Azul (publicado por primera vez en 1888), Prosas Profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). La sensibilidad poética de los filipinos iba mano a mano con la de sus hermanos latinos, y por eso, el Modernismo como movimiento literario tuvo un impacto tremendo en los poetas filipinos.
La influencia del poeta mexicano Amado Nervo (“Era llena de gracia el Avemaría”/ quien la vio no la pudo jamás olvidar) se replica en la poesía que lleva el mismo título, Gratia Plena, de Jesús Balmori (1886-1948). Pero era la intención de Balmori superar, y no imitar, al poeta mexicano:
GRATIA PLENA (fragmento)
Ya de ti ni siquiera en sueños me acordaba,
Pero ante el blanco altar del Santo Sacramento
Te he visto comulgando. Cuando el cáliz se alzaba
¡Tu frente se doblaba como una flor al viento!
………………….
¡Gratia plena, mujer! Cuando acabó la misa
y pasaste ante mí con la frente inclinada,
sin que abriera la alba de tu mirada:
¡Yo caí de rodillas! Y de tu encanto en pos,
Ante mi Dios pequé, miserable de mí,
Porque hasta ahora no sé si me postré ante Dios
O me postré ante ti.
Balmori fue un escritor prolífico. A los 17 años, publicó su primer libro de versos, Rimas Malayas. Dedicó también su talento a las novelas; dos de ellas fueron publicadas: Bancarrota de Almas y Se deshojó la Flor. Escribía una columna diaria de versos satíricos bajo el título de “Vidas Manileñas” en el periódico La Vanguardia. Su colección de poesías Mi Casa de Nipa ganó el gran premio de poesía en el concurso literario nacional bajo los auspicios de la Mancomunidad de Filipinas en 1940, y fue publicado el año siguiente.
Manuel Bernabé (1890-1960), galardón de muchos premios de poesía, nació en Parañaque. Tiene dos colecciones de poesía, Cantos del trópico (1929) y Perfil de Cresta (1957). Fue constante competidor de Jesús Balmori en muchas justas poéticas, y fue miembro de la Academia Filipina. En los siguientes versos de su poesía La muerte de Don Quijote, Bernabé elabora poéticamente lo que D. Quijote pronunció antes de su muerte: “Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno” (II, LXXIV):
La Muerte de Don Quijote (fragmento)
--¡Loado sea Dios, que no me pierde
en la red de mis tristes aventuras:
si viví loco, he de morirme cuerdo!
¡Adios, locuras!
……….
No se puede vivir cazando estrellas,
Porque el vivir de antaño y el de hogaño,
Está tejido con las cosas bellas
Del desengaño.
Que yo a los hombres escarmiento sea:
Como la tierra mis funestos brotes;
Y se acabe de un soplo la ralea
De los quijotes….
……………….
Claro Mayo Recto (1890-1960), buen amigo de Bernabé y también miembro de la Academia Filipina, siendo su Director y Presidente por alguna temporada, nació en Tiaong (ahora provincia de Quézon) y murió en Roma cuando estaba por ver realizado su sueño de visitar España. Víctima de un ataque cardiaco, sus últimas palabras que reflejan su nacionalismo furibundo, fueron: “¡Qué terrible es morir lejos del terruño!”
Publicó un libro de versos titulado Bajo los cocoteros en 1911, y se estrenaron dos de sus obras teatrales, Solo entre las sombras y La ruta de Damasco. Fue un apasionante patriota, y escribió varios artículos periodísticos y ensayos contra la política norteamericana, el más leído y popular siendo “Monroismo Asiático”.
He aquí un ejemplar de su obra poética. En “Las Dalagas Filipinas”, su inspiración es viril, y expresa la belleza, el amor, la mujer filipina. Su estilo combina lo clásico y modernista, pero conserva siempre su personalidad de poeta—definitivamente filipina:
LAS DALAGAS FILIPINAS (fragmento)
Dalagas del terruño, el poeta os saluda,
Coronado de flores, de ensueño y arrebol,
Y por los dioses lares y por el mismo Budha,
Os ofrenda estas rosas, novias todas del sol.
……………….
Caballera flotante cual selva enmarañada,
Que exhala dulcemente aromas de querer,
Ensoñación, delirio del alma, enamorada
De las carnes y besos de la amada mujer.
…………….
Talle gentil y esbelto como enhiesta palmera,
Donde alegres laboran las abejas su miel,
Con suave ritmo que los nervios exaspera,
Como si fuese espíritu de un viejo moscatel.
Todo un conjunto armónico y grato que envidiara
La ardiente castellana y la impasible “miss”,
La princesa que el cielo de Rusia cobijara
Y la dama que siente la fiebre de París.
Quien dice que no es bella la mujer filipina,
Que visite estas tierras de Burgos y Rizal,
Y verá que es más mística, más dulce y más divina,
La hija de los rajahs, la niña tropical.
En la obra poética de Emeterio Barcelón, notemos temas religiosos. La devoción a la Virgen María está bien clara en este poema:
Recuerdos de la Anunciación
Majestuosa gravedad
de los campos nazarenos.
Campos de misterio llenos
de casta serenidad,
Cedros y pinos figuran
unos centinelas graves
que algo misterioso auguran;
hasta el canto de las aves,
al saludar a la aurora,
no es la ordinaria, sonora
canción, que todo lo llena,
franca, abierta, juguetona,
sino mística y serena.
La naturaleza entona
religioso himno inaudito
con ecos de lo infinito.
Una poesía de honda espiritualidad inspirada por los místicos Juan de la Cruz y Teresa de Avila es esta bella poesía de Fernando de la Concepción:
DE LA HORA ANACORETA
(fragmento)
Quiero aprender la lección
Del callar enamorado:
¡Señor, oye al corazón
Que sin voz te habla, extasiado!
Pues no hay tumulto que llegue
a tu Presencia distante,
Deja que al silencio entregue
Mi palabra disonante.
A tu amor, mi Dios, respondo
Y ansío tu pecho me abras.
Un amor te doy, ¡tan hondo!
Que no conoce palabras.
Por otro lado, la poesía de Cecilio Apóstol expresa imágenes, y en la siguiente poesía, casi se ve claramente, en su descripción poética, sus observaciones pintorescas del campo filipino:
PAISAJE FILIPINO
El sol en ebriedad suprema el suelo muerde,
Porque todo en la hora canicular concuerde,
ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde
paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.
Un mango aislado eleva su centenaria fronda
junto un punso enano de giba aguda y monda,
que las hormigas alzan para que en él esconda
el nuno vigilante que por las mieses ronda.
Lejos corre, seguida del crío, una potranca,
un carabao lustroso en un charco se estanca;
en su lomo una garza hace una nota blanca.
Un río desenrosca las eses de su tripa,
y asoma, allá donde su curva se disipa,
las manchas trapeciales de sus techos de nipa.
“Melancolía” es una bella poesía tomado del libro Emocionario: versos de la adolescenica (1929) de otro gran poeta, Francisco Zaragoza, que sirvió como director de la Academia Filipina (1985-90):
MELANCOLÍA
En las serenas aguas de los lagos
hay como una sutil melancolía:
nostalgia de pretéritos halagos,
de recuerdos...de amor...de lejanía...
Reflejan mis ensueños de otros días
como en mudos espejos delirantes;
la historia de mis ansias y alegrías,
...¡el fulgor de sus ojos inquietantes!
¡No sé qué oculta relación alienta
entre mi alma y el místico paisaje,
que su melancolía en mí fermenta
como un acto de extraño vasallate!
¡Cuántas veces las aguas adormidas,
en que el misterio señaló sus huellas,
retrataron unidas nuestras vidas
bajo el conjuro astral de las estrellas!
Flota en el aire un halo de tristeza
que comunica un íntimo mensaje.
El alma entera se arrodilla, y reza
la oración desgarrada del paisaje.
Desfilan ante mí, mudas, cansadas
las horas sin pasión y sin ternura,
vacías, como antorchas apagadas;
frías, como olvidad sepultura.
Al contemplar el panorama incierto,
que una inquietud de lobreguez reviste,
se dijera la cámara de un muerto
¡eternamente desolada y triste!
La paradoja que se encuentra en las poesías filipinas de la Edad de Oro es, aunque se ha escrito mucho durante este período, el contenido poético refleja un tono sombrío, triste. Casi todos los poetas de este momento histórico lamentan la pérdida agonizante de la herencia española en estas islas, en particular, la lengua.
Enrique Fernández Lumba fue uno de los escritores en este periodo que lamentaba la pérdida del español en Filipinas. Secretario de la Academia Filipina hasta los años setenta, era un hombre pragmático, y se metió con mucha controversia entre los académicos cuando publicó un artículo sobre la lengua española como una "reliquia" en Filipinas. Su estilo poético es intimista y sentimental. En la siguiente poesía, expresa su tristeza por un amor perdido, y aquí se nota claramente algún paralelismo simbólico de la pérdida de la lengua española en Filipinas:
TUS CARTAS
Yo las conservo como reliquias
de un amor grande, pero ya muerto;
yo las conservo como cenizas,
como despojos de extinto fuego.
Yo las conservo con el cariño
con que se guardan tristes recuerdos,
con la amargura de un bien perdido,
con el cuidado de un pobre viejo.
Cuando las miro, suave amargura
sube a mis ojos, llena mi pecho
y hondos suspiros el alma inundan:
tristes suspiros que van muy lejos.
¿Quién me dijera que ayer en ellas
tú me juraras amor eterno,
tú me escribieras tantas ternezas
y me olvidaras muy pronto luego?
Por eso siempre cuando las miro,
dolor agudo hiere mi pecho,
porque me hablan de un amor mío
que fue muy grande, que ya está muerto...
Lorenzo Pérez Tuells nació en Madrid en 1898 y vino a Filipinas cuando sólo tenía cuatro años. Estudió en el Ateneo de Manila donde se graduó como perito mercantil. Ganó varios premios en concursos poéticos, y sus poesías aparecieron en publicaciones importantes en España y Latinoamérica. Dirigió la revista Excelsior, y en 1938, dedicó a la producción de películas. En 1947, fue elegido como miembro de la Academia Filipina y en 1956, formó parte de la Delegación Filipina al II Congreso de Academia de la Lengua. Falleció en Manila en 1956.
A RIZAL
El ave de recuerdo bate sus alas reales,
--¡oh, apóstol!,¡oh, profeta!--sobre tu blanca tumba
Tu nombre, entre una música de liras celestiales,
en el eco profundo de la historia retumba.
A pesar de la insidia del Tiempo del Olvido,
te yergues soberano--¡oh, apóstol!, ¡oh, profeta!--
en la mano una palma, pues que mártir has sido,
y un laurel en la frente, pues que fuiste poeta.
.........
Y la Patria, esa madre de todos tus afanes,
que se envuelve en el oro lustral de sus Estíos,
te invoca con el rudo vibrar de sus volcanes,
te reza con el dulce sollozo de sus ríos...
Y es que guarda en el fondo de su pecho, latente,
la llama de tu noble, libertadora, tea.
¡Puede un trozo de plomo destrozar una frente,
pero no puede nunca destrozar una idea...!
Fernando María Guerrero fue otro gran poeta de este periodo. Fue nombrado "Príncipe de los poetas líricos" por la Academia Filipina, e ingresó poco después como miembro de número. Publicó dos colecciones de poesías, Crisálidas en 1914, y póstumamente en 1971, se publicó Aves y Flores. La siguiente poesía expresa, como la de Fernández Lumba, el simbolismo de un violín silente que refleja el abandono del español en Filipinas:
EL VIOLÍN SILENTE
En parda funda, sobre el rojo marco
que orla el cristal de un deslucido espejo,
hay un violín sin cuerdas,
un violín cuyo arco,
por ser, en su abandono, casi viejo,
ya ha perdido sus equinas cerdas.
Ya quien había de tocarle ha muerto;
la futura canción se hizo pasada
por voluntad del Sino
Las manos de mi Alberto,
al llamar a las puertas de la Nada,
¡han dejado el violín en mi camino!...
Y allí está, polvoriento y silencioso,
como triste reliquia de un naufragio
en la flor de la vida.
Parece, en su reposo,
traerme el alma el único presagio
consolador: mi próxima partida!
Incluidas también dentro de este período de oro de la poesía hispanofilipina son varias poetisas que han contribuido inmensamente al desarrollo de la poesía filipina en español. Citamos a cuatro: Evangelina Guerrero Zacarías, Nilda Guerrero Barranco, Adelina Guerrea Monasterio, y Esperanza Baxter.
Evangelina Guerrero Zacarías heredó la vocación poética de su padre, Fernando Maria Guerrero, y fue una escritora prolífica. Escribió cuentos, ensayos, prosas líricas, además de sus poesías que publicó bajo el título Kaleidoscopio Espiritual. He aquí una poesía tomada de esta colección:
EL PARQUE SOLITARIO
Envuelto en sombras duerme en el misterio
de la noche plateada el olvidado
parque; glosa la brisa en el salterio
mágico del frondaje desmayado
leve cantata de sutil pesar.
Surca las ondas una azul estela
que un barco deja sobre el glauco mar.
Un ave pía con fugaz cautela...
Es una queja el canto de la fuente
que va evocando mil recuerdos viejos,
mientras sus aguas hacia el cielo miran.
Y en un espasmo de ansiedad ardiente,
se alzan hasta los astros que allá lejos
plenos de amor por su pasión suspiran.
Adelina Gurrea Monasterio nació en La Carlota, Negros Occidental. Escribió teatro, cuentos y poesías. Fue directora de la sección femenina del periódico manilense La Vanguardia, y en 1921, embarcó para España donde
vivió el resto de su vida. Su libro de cuentos titulado Cuentos de Juana, ganó el primer premio de literatura en el Certamen de la Unión Latina de París.
CON TAÑIDO DE CAMPANA
Niebla sobre la ciudad,
humo del aire y del frío,
infinita soledad
del azul corazón mío.
Niebla sobre la ciudad.
Sudor de atmósfera plena
en la tristeza de enero,
difumino de la antena
vegetal y del sendero.
Sudor de atmósfera plena.
Invitación a ensoñar
langores del corazón,
a desprender del telar
los hilos de la razón.
Invitación a ensoñar.
Con tañido de campana
de mi torre azul bermeja
aquella historia temprana
que está quedando vieja.
Con tañido de campana.
Esperanza L. Baxter es una genial y fecunda poetisa. Nació en Barcelona el 7 de agosto de 1922. Estudió en la escuela de Bellas Artes y Buenas Letras, distinguiéndose más tarde como guionista religiosa de Radio Barcelona, obteniendo por sus escritos varios premios. Vino a Filipinas en 1952 y siguió cosechando lauros ganando el Premio Zabel de Literatura. Colaboró con profusión en casi todos los periódicos castellanos de Manila, especialmente en El Debate. Fue miembro de la Academia Filipina y, por su belleza, fue “Musa”de la Asociación de Escritores Hispanofilipinos y una de las mejores rapsodas del país. Sus cantos a Filipinas testimonian su amor y afecto a esta tierra de la que fue ciudadana desde que vino de España.
RIZAL
(fragmento)
...Y Rizal, el héroe; Rizal, el filósofo;
Rizal, el lingüista, pintor y poeta,
doctor, literato, humanista,
vidente, científico y moderno profeta,
tras el veredicto, fatuo y despiadado,
de mortal sentencia,
entró silencioso y austero en capilla
con estoicismo y dignidad soberbios.
Rizal, el patriota que amó a Filipinas
con amor tan sólido y voluntad tan recia,
que, cual Nazareno, sabiendo su sino
iba al holocausto lleno de grandeza.
Iba a Filipinas a entregar su vida;
no, una sola vida; ¡cien! si cien tuviera.
Su ominoso crimen: amar a la Patria.
Su execrable idea: quererla, ¡quererla!
Sus actividades: algunos escritos
con patrios alientos,
deseando ardiente, en libertad verla.
En las hoscas horas de mi luenga vida,
cuando aún le recuerdo sus horas postreras
en la angosta celda del Fuerte Santiago,
mis ojos caducos, sangran y llamean.
Sangran de coraje, porque cual judíos,
pudiendo salvarle,
levantando armas, que, Unidad es Fuerza,
callamos cobardes, temblando en el Campo,
haciéndonos cómplices de la gran tragedia.
Y es entonces cuando viene clara
su imagen señera;
la visión del Mártir, la expresión del Héroe
en las asfixiantes horas de la espera.
Le veo pulsando sereno su Lira,
su soberbia Lira de inmortal cadencia,
dedicando su “ULTIMO ADIOS” a la Patria
adiós; todo un símbolo de ardiente elocuencia.
Adiós, hecho grito sublime en el alma;
adiós, de perdón a su afrenta;
adiós, a sus seres queridos;
adiós, a su Raza; adiós, a su Idea.
Su lucha fue vana, pero nunca estéril.
Y Rizal, más que hombre, ya todo un emblema,
marcha resignado donde no hay esclavos,
donde no hay verdugos, donde Dios impera.
Amanece el día del vil sacrificio...
y a las oquedades de su húmeda celda
penetra el cortejo que ha de dar al héroe,
del documento a firmar su sentencia.
Rizal, el valiente, el caballeroso,
recoge la pluma con gran entereza
y escribe su firma con una elegancia,
con un predominio, con una destreza,
que asómbrase el grupo al ver estampada
la firma del héroe con su mejor letra.
Y doblando el pliego de tinta aun húmeda,
con cara impasible, del reo se aleja
el grupo plomizo de protocolarios,
delatando el paso sus acciones bélicas.
Después...¡las tinieblas! En la celda umbría.
Rizal queda sólo en aquella tragedia
que se hace gigante, se hace apocalíptica,
a medida que avanzan sus horas postreras.
E inicia solemne unos pasos sincrónicos
en aquel rectángulo de indigna vivienda,
con una esperanza que se desvanece,
cuando se convence,
que la Patria exige su mortal Ofrenda.
Y así, extenuado por presentimientos,
en humilde silla se vence el Poeta,
rindiendo sus codos sobre un escritorio
a la luz vacilante de pálida vela.
Y es entonces cuando, de repente,
con toda su fuerza,
emerge estallante de luces y ardores
¡su lira soberbia!
Su Lira que enciéndese en pira sagrada
en aquella estancia de plúmbeas tinieblas,
al trazar los primeros renglones bellísimos,
las sílabas cumbres, de intensa elocuencia,
de su despedida a la Patria adorada,
su inmortal Elegia Patética,
que entrará palpitante de vida
en la propia Historia cual obra Maestra.
El adiós que le exalta a la cumbre más alta,
a la cuádriga de oro, do incrústase egregia,
la divisa triunfal hecha tríptico
de: LA PATRIA, RIZAL Y BANDERA.
Ya cruza el camino que, de Santiago
hasta Bagumbayan le dista una legua.
Lo cruza sereno, arrogante, austero,
con el propio paso y el alma despierta,
y una mezcla extraña de melancolía
que su faz altera,
al dejar el suelo de su Filipinas,
no, dejarlo en alma; mas sí, en la materia,
que, vibrante nota será para el oído...
a generaciones sobrevenideras.
Por fin llega al cuadro que en el Bagumbayan,
ocho filipinos en armas esperan.
Rizal cruza firme, sin perder la calma,
gentil, sin reproches, sin la menor queja.
Mas, ruega a aquel grupo que se halla en funciones,
el ser fusilado mirando la Enseña,
porque por la espalda mueren los traidores;
y a la hispana causa jamás él lo fuera;
ni lo hubiera sido,
porque siempre un hijo a la Madre venera.
Mas...¡le es negado!
Y una vez repuesto de esta nueva afrenta,
volviendo sus ojos del martirio ungidos,
a los que presencian la trágica escena,
les dice: “Muero perdonando, sin resentimientos,
a los que sin causa así me condenan.
Por la patria acepto gustoso tal paso,
pues sé que algún día será mi Odisea...”
..........
Nilda Guerrero Barranco, la hija menor de Fernando María Guerrero y hermana de Evangelina Guerrero Zacarías, publicó sus producciones literarias en varios y revistas en Manila. En 1964, obtuvo el Premio Zóbel por su colección de cuentos y prosas sentimentales bajo el título de Nostalgias. Fue elegida miembro de número de la Academia Filipina en 1980. La siguiente poesía viene de su colección de poemas, Capullos (1982):
DIA OTOÑAL
Se tornan flavas las hojas. Caen silenciosas
Y alfombran con su color rojizo los caminos.
Una a una van cayendo...Giran tumultuosas;
Aletean en el aire, dos, tres, cuatro, cinco...
Y quedan sin veste los árboles, y sus troncos,
Cual gigantes airados con mil brazos enjutos,
Muerta su belleza bajo el azote de otoño,
Avivan y exacerban los pesares ocultos.
Cielo brumoso fimbriado de hoscos nubarrones
Como una vieja arrebujada en negros mantones;
El crepúsculo triste, la brisa fría y seca,
Y el alma doliente de saudade languidece
Entre un montón de hojas secas que el aire estremece
Y esparce como quimeras que el viento se lleva...
En los años sesenta, surgió una nueva generación de poetas filipinos en castellano, influidos por los ismos que caracterizaron a los poetas vanguardistas después de la Primera Guerra Mundial. Estos poetas conocen a Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Octavio Paz, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, etc.
Además del castellano, estos poetas escribieron y siguen escribiendo en otros idiomas, inglés en particular, algunos en francés, y otros en los idiomas filipinos como el tagalo, cebuano, ilonggo, e ilocano. Escriben en varios estilos y temas; del verso libre y prosaico, a las métricas tradicionales; de temas surrealistas, dadaístas y de protesta, a temas realistas, religiosos, y pacíficos. Escriben en el estilo vanguardista, pero vuelven a los clásicos en forma y contenido, tomando los temas y los estilos literarios de los clásicos castellanos: Quevedo, Valle Inclán, Góngora, Santa Teresa de Jesús, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, etc.
Los que más se definen en este grupo de vanguardistas filipinos son Federico Espino Licsí, Guillermo Gómez Rivera, Ángel Estrada, Edmundo Farolán, G. Burce Bunao, y Gilbert Luis Centina III.
En la poesía de Federico Espino Licsí, Romance de la cita desdichada, vemos un ejemplo del romance tradicional donde el poeta utiliza los temas de honor y venganza en el contenido poético, pero utilizando un escenario filipino donde estos temas llevan relevancia. Es un romance, diríamos, más contemporáneo, más gráfico, mucho más corto, donde el poeta usa las imágenes poéticas de la flor para referir al instrumento sexual cortado de su cuerpo, una rosa que pierde su vida, una rosa que "sangra en el suelo,/sin pétalos, sin espinas."
Espino Licsi, concentra sus poemas en el romanticismo tradicional, y producía sus poesías con la disciplina del verso tradicional. Escribe en inglés, español, y tagalo, y fue premiado varias veces con el prestigioso Premio Palanca de Literatura en Filipinas. He aquí el romance:
ROMANCE DE LA CITA DESDICHADA
Sigue el viaje de la Luna.
Sigue la secreta cita.
Mozuelo alto, moza baja
y un verde rumor de brisa.
Arde el mozuelo fornido
hundido en la íntima sima,
el pez de su amor cambiándose
en una rosa encendida,
y la Luna pudorosa
quiere esfumarse de prisa.
En el silencio sangriento,
¡Qué meloso es el descanso
cuando la flor se marchita!
De repente, tres mozuelos,
hermanos de la mocita,
con fríos cuchillos entran
en el lugar de la cita.
Es ágil la venganza
en la selva filipina
y mientras la Luna asoma
tras las nubes blanquecinas,
la rosa sangra en el suelo,
sin pétalos, sin espinas.
Guillermo Gómez Rivera, por otro lado, fue y sigue siendo el quijote del grupo, el batallador para la sobrevivencia del español en Filipinas. Escribe en inglés, español e ilonggo, y fue coronado Príncipe de los poetas ilonggos. Escribió tres libros de gramática, varios ensayos en defensa del español en Filipinas, una obra de teatro El Caserón, y un libro inédito de poesías. Fue otorgado el Premio Zóbel de 1975 y en 1984, ingresó como miembro de número en la Academia Filipina. Hoy día es el director del semanario, Nueva Era, uno de los dos semanarios en español publicado en Manila, el otro siendo Nuevo Horizonte.
Su poesía que más se destaca es Fulgor de Jades, dedicada a Primi, una estrella de baile, una creación a la Pigmalión de Gómez Rivera, también un danzante de flamenco y fundador del grupo de baile español de la Casa de
España de Manila.
FULGOR DE JADES
Una sonrisa. Siempre una sonrisa
amanece lenta en tu faz morena;
luz recién resurrecta que te riza
los sueños de mujer: santa o sirena.
Aunque no tengas la blanca forma
de sueños helénicos, siempre llevas
prendido en los fulgores de tu norma,
el encanto bíblico de las Evas.
Ven. El duende te invita a sus salas.
Se abre la puerta de la danza poética,
flor que estalla al mundo, plena de galas
en la rútila noche de la estética.
La mantilla. La cintura de avispa.
Los palillos. El frufrú de tu enaguas.
El destello de tus jades. Son chispas
de luz que alumbran tus secretas aguas.
Ven. No tardes más. Que el duende te espera
para colmarte el rostro de alegrías.
Entra y recorre la mágica esfera
del arte: de la danza que es poesía.