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CUANDO TE PONGO EN LA BOCA UN SENO/ Salomón Borrasca

Cuando le haces poses al espejo
con tu pequeña minifalda roja
me le acerco y tu te sonrojas
porque te pongo en la boca un seno.

No te me asustes es tan solo un juego
me unté en los labios brillo escarlata.
deja que caiga tu hermoso pelo
sobre la parte que suplica tu agua.

Quita mis pantis porque ya me mojo
este es el néctar que botó la rosa
y en este juego de las mariposas
yo hago las veces de esposo y esposa.

SALOMÓN BORRASCA




LABIOS DE SEDA / Salomón Borrasca


Busco el olor de unos labios
que extraviaron mis deseos,
eran pálidos, labios de seda,
silvestres como palmichas
y tímidos como pájaros.
Varias noches los tuve cerca,
tan cerca que pude olerlos
olían a sándalo,
mi lengua hambrienta
se los bebió bajo las albas
eran salvajes como ella,
eran vampiros en mi vagina
que con mis mieles se alimentaban,
perversos como las calles que recorría
y las esquinas en que se me desnudaba.
Labios de seda,
labios furtivos,
que extraviaron mis deseos.
Salomòn Borrasca



LUNA EN LLAMAS / Salomón Borrasca

La luna está envuelta en una llama roja,
bostezas y me erizo al percibir tu hálito,
tus senos lucen frescos como helechos en la madrugada,
paso mi lengua por tu espalda,
chispeante desierto
e inhalo tu vapor salobre,
lamo tu labio herido en la furia de los mentones
y recuerdo algunos vinos.
La luna sigue en llamas,
violento tus pieles
y eyaculo en tu luna
un gran chorro de fuego.




LA NOCHE DE LOS DESEOS / Salomón Borrasca


Esta noche será larga,
el olor de la calle me seduce,
saco las manos por la ventana
y la lluvia las moja.
Hay noches que miro la avenida
y siento que mis carnes vibran
al ritmo de las luces,
tengo tentaciones, deseos indescifrables,
ganas de fumarme un cigarrillo,
ansias de amanecerme en la calle,
ganas de bañar mi cuerpo en vaselina
para hacer muchas cosas prohibidas
entre las sombras de la madrugada,
tengo ganas de desbordarme.

Salomón Borrasca





VAGINAS ARDIENTES / Salomón Borrasca

Necesito de ti porque despiertas
el volcán que en mi piel había dormido
porque clavas tu lengua con violencia
como un huracán enfurecido.

Necesito de ti porque eres bella
porque ríes cuando es ruda mi suerte
por tu lengua delgada que es muy diestra
por tus dedos sedosos tan ardientes.

Necesito de ti loba salvaje
de tu modo de amar tan primitivo,
necesito de ti como el paisaje
necesita de el viento y el rocío.

Salomón Borrasc


Lésbica / Salomón Borrasca


Deja caer tus senos en mis senos,
que nuestros pubis, mojados caracoles,
en un ritual de desagravio a Lesbos,
ebrios de éxtasis tan tiernos se fusionen.

Al resbalar tus yemas oh Sirena
mi humedal fluvioso se erosiona,
como una alud de alondras y violetas
tu cabellera mi cuerpo aprisiona.

En ese rito, proscrita mariposa
en que te entrego mis mieses de doncella
las hadas que son tan pudorosas
nos cubren con sábanas de seda.

Salomón Borrasca


EN EL MUELLE DE TUS CARNES / Salomón Borrasca

Naufragué como un barco en tus caderas,
condenada al exilio de tu cuerpo,
resbalé por tu piel color canela
que exhalaba fragancias en el viento.

Al bajar al canal de tu cintura
vi la sed de tus labios lujurientos,
yo bañé con sudor tu piel desnuda
y quemaste mis senos con tu aliento.

Me dormí en tu playa de quimeras,
el ocaso pintó de gris la tarde,
sepultamos las piernas en la arena
ante el juego de estrellas en el aire.
Salomón Borrasca.

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POEMAS LÉSBICOS DE AMOR DE SALOMÓN BORRASCA ( estos no tienen censura de Google )

EL SECRETO QUE NO REVELARÈ/ Salomòn Borrasca


Si estuviera a mi lado no podrìa
repetirte las frases que marquè.
en las hojas cuarteadas de ese libro
en que se ha convertido mi pared.

Si leyeras las cosas que te escribo
en las cartas que nunca te enviarè
y en el diario que sirve de testigo
del secreto que no te revelè.

Si algùn dìa volvieras a mi lado,
sonreirìa sirvièndote un cafè,
y sabrìa el dolor disimularlo,
pues contarte el secreto para què...

Salomòn Borrasca


LA CARTA / Salomòn Borrasca


Escribèle una carta al ser que te ama tanto
y dime que me amas aunque no sea verdad.
Dime que soy culpable de que tu llores tanto
què importa en esta ausencia una mentira màs.

Escrìbeme una carta y dime en la posdata
si existe una manera para vivir sin tì,
si hay una receta para borrar de mi alma
la gloria que sembraste cuando llegaste a mì.

Salomòn Borrasca






OLOR A AUSENCIA / Salomòn Borrasca


Tengo miedo que un dìa al despertarme
no perciba a mi lado tu presencia
que las frases que dices al mimarme
en mi alcoba vacìa no se sientan.

Si se acaba el encanto de tu risa,
con que cada mañana me despiertas.
Dime amor yo como evitarìa
el tormento inevitable de tu a usencia.

Salomòn Borrasca
TE OLVIDARÈ / Salomòn Borrasca

Yo olvidarè tu amor sin reprocharte
el que tu amor tan solo me de penas,
como el soldado se olvida que lo esperan
como el gorriòn olvida ciertas tardes
yo olvidarè tu amor aunque me muera.

Yo olvidarè tu amor que fue tan puro
como las tardes de sol y de violetas.
Aunque padezca, pues tambièn me abrumo,
yo olvidarè tu amor sin odio alguno
con la grandeza del mejor poeta.

Salomòn Borrasca

ANTES QUE VOLVIERAS TU / Salomòn Borrasca


Hoy despuès de tantos años vienes a tocar mi puerta.
en la calle està lloviendo, lloraràs al descubrir
al tratar de darme un beso en mi piel algo reseca
que despuès de tanta espera aprendì a vivir sin tì.

Olvidarte no fue fàcil, te busquè con sufrimiento
en las hojas que caìan del frondoso aguagatal,
caminè tardes enteras por caminos polvorientos
sin temerle a la ventisca, al ciclòn ni al huracàn.

Varias noches de menguante estuve al pie de la ventana
esperàndo que entraràs por la puerta de bambù,
se volviò blanco mi pelo, la espera se prolongaba
y florearon los naranjos antes que volvieras tù.

Salomòn Borrasca


SULEIMAN / Salomòn Borrasca


Suleiman, de niña tenìas sueños de princesa,
mirabas el sol de los venados
y dibujabas mariposas,
sembraste muchos sueños en octubre
pero un engaño de amor lo destruyò todo.
Eres princesa
pero de el màs barato de los bares.
Tu belleza inocente se perdiò
en la maldita madrugada del viernes.
Suleiman, la vida es menos que un soplo,
un sueño futil que nos traiciona a todos.
Las esperanzas de agosto
siempre mueren en septiembre.
Suleiman, mariposa de lata
que en las noches vendes
el moho perverso de tus alas.

Salomòn Borrasca.





LA QUE INSPIRÒ MIS VERSOS / Salomòn Borrasca

Volveràn las noches de apacibles cielos
y vendrà el invierno despuès del estìo
pero nunca màs sobre el pecho mìo
dormirà la niña que inspirò mis versos.

En su breve sueño el errante ciego
verà un sol radiante sobre su camino,
pero nunca màs volverà conmigo
la preciosa niña que inspirò mis versos.

Volveràn las mirlas al tupido almendro,
tejeràn sus nidos bajo un sol cansado,
pero nunca màs volverà a mi lado
la preciosa niña que inspirò mis versos.

Salomòn Borrasca






ESAS MENTIRAS TUYAS / Salomón Borrasca

Me mientes cuando dices que me amas,
las caricias que me ofreces son fingidas,
se que mientes cuando afirmas que me estrañas
y los besos que me das son de mentiras.





CUANDO YA NO ME QUIERAS / Salomòn
Borrasca


Cuando ya no me quieras y tu olvido me duela
y me enfrìe la espalda como sàbana frìa,
què me importa el perfume de la tarde que llega
o el recuerdo que dejas en mi cama vacìa.


Cuando ya no me quieras, què me importa la vida
què me importa el verano de la garza que vuela,
que si llueve de noche, si son largos los dìas,
queé me importa la vida cuando ya no me quiera

BIOGRAFÍA DE SALOMÓN BORRASCA


Soy lesbiana y puta desde que tengo uso de razón, me gano el café de cada día en los tétricos hostales de la perdición. Me he debatido en duelos napoleónicos con amantes feroces en los catres de las casas de cita de los barrios olvidados, abro las patas en cualquier poste o cañada. Les deseo la muerte a los que me elogian y larga vida a los que me vituperan. Aprendí a sumar contando granos de maíz, amo la estirpe de los poetas malditos y vivo muy apenada con Dios por ser atea.




sábado, 25 de agosto de 2012

NUEVA POESÍA ESPAÑOLA Por Julia Barella En 1970 se publica la polémica y caprichosa antología de Nueve novísimos poetas españoles, que incluía a Pedro Gimferrer, Leopoldo María Panero, José María Alvarez, Guillermo Carnero, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix y Ana María Moix. En las antologías que siguieron a ésta se irían añadiendo otros nombres: Antonio Colinas, José Miguel Ullán, Jenaro Talens, Luis Alberto de Cuenca, Jaime Siles, Justo Jorge Padrón, Luis Antonio de Villena, Miguel D’Ors, José Luis García Martín y Abelardo Linares. Esta es la primera generación de poetas nacidos después de la guerra civil, que comienzan a escribir en una „sociedad de consumo“, que mantenía una estrecha formación católica tradicional, donde los niños se evadían a través de la lectura de tebeos, a la espera de quedar deslumbrados frente al cine americano, las primeras televisiones y los discos de jazz y pop-rock. En 1970 la antología Nueve novísimos se presentaba a la sociedad española desafiando, rompiendo barreras y esgrimiendo nuevos estilos de escritura. En el prólogo José María Castellet decía claramente que su intención había sido manifestar la existencia de un nuevo tipo de poesía cuya tentativa era, precisamente, la de oponerse -o ignorar- a la poesía anterior. Por eso, los poetas allí presentados, reivindicarían todo lo que durante las útimas décadas se había rechazado: el decadentismo, el esteticismo, el lujoso léxico modernista, el estilo de la vanguardia, el malditismo... Sin duda, la propuesta novísima regeneró el ambiente literario español, trazó caminos y posibilidades, enseñó a escribir y a leer a muchos jóvenes poetas, a enfocar el acto de creación de forma distinta. Nueve novísimos sirvieron de ayuda y de estímulo a muchos jóvenes que entonces empezaban. En las declaraciones que hacían, siempre polémicas, rebeldes, escépticas y distantes con respecto a la cultura española del momento, se mostraban muy interesados por la literatura de otros países. Defendían el individualismo y el irracionalismo, la modernidad, se sentían cercanos a las vanguardias, al surrealismo, a los escritores malditos y a los decadentes, amigos de celebrar a poetas de segunda fila, o a aquellos que sí habían sido relegados en la inmediata posguerra española. Les gustaba incorporar a sus poemas objetos de gusto kitsch o camp, un léxico suntuoso o muy tecnicista y referencias al cine, a la música y los cómics. Fascinados por la cultura francesa y anglosajona, se alejaban conscientemente de la realidad española que les rodeaba, haciendo que sus poemas dieran cabida, en largas enumeraciones, a referencias, glosas y citas en varios idiomas de pintores, directores y actores de cine y escritores de medio mundo. Las referencias culturales se acumulaban en los poemas indigestando la lectura, epatando al lector y alejando, en suma, al escaso público que se acercaba a la poesía de la época. Veremos a poetas, importantes hoy y muy jóvenes entonces, alardeando de culturalismo y de contracultura al mismo tiempo; incluso los más culturalistas eran los que ofrecían las respuestas más contraculturales. Se trataba de crear una nueva realidad a través del poema, con sus citas, los silencios retóricos, los exotismos geográficos, los irracionalismos y las enumeraciones caóticas; se rendía culto a la palabra y lo de menos era el sentimiento del poeta, su más íntima visión del mundo, su interioridad. Al final, la identidad del poeta se perdía, se fragmentaba en la propia creación. Como decía Gimferrer: „No sabemos quién narra porque no sabemos quiénes somos... El narrador -eje firme e invariable del relato decimonónico- pierde espesor y consistencia, cede a la inseguridad y a las zonas de sombra..." (Radicalidades, Barcelona, 1978, p. 85). También Luis Alberto de Cuenca en la nota que precedía a su libro Scholia (Barcelona, 1978) indicaba: „glosar es hoy la única actividad creativa -en lo literario- que me parece honesta y divertida. La tan buscada originalidad es una fábula sin el menor sentido, torpe y vulgar“. Poco después, en una interesante semblanza sobre su generación, él mismo decía: „No nos apetecía escribir nada que no tuviera unos orígenes cultuales, librescos. La vivencia (esa horrible palabra) sólo venía después, a impedir que el plagio fuese perfecto“ (Poesía, nº 5-6 (1979-1980), pp. 245-251).La crítica más conservadora acostumbrada a la estética realista y a la poesía de preocupación social, donde ésta se consideraba „un arma cargada de futuro“, de lenguaje sencillo, sin culturalismo y carente de imágenes surrealistas, reaccionó con sorpresa y algunos con las espadas en alto arremetieron contra la difícil poesía de unos jóvenes esteticistas que incluían en largas enumeraciones referencias a unos mundos culturales que ellos desconocían. La revista Insula (n° 288, 1970) publicaba un artículo de José Olivio Jiménez, „Nueva poesía española 60-70“, en el que, después de caracterizar de esteticista a la nueva generación, frente al eticismo de la anterior, terminaba diciendo que la antología era „un episodio más de la juerga intelectual barcelonesa“. En el número 51 de la revista Reseña en 1972, Jiménez Martos hacía un „Panorama del año poético“ y lanzaba una punzante alusión a los jóvenes Novísimos: „El cernudismo, un tanto atenuado (cernudismo blanco), así como la enseñanza de Pound y de su discípulo Eliot, junto con exquisiteces voluntariamente decadentistas, acaparan la orientación de algunos muy jóvenes poetas que, según se ha dicho y repetido quieren sustituir, han sustituido, la berza por el sándalo“. Pero hubo críticos que apoyaron la nueva estética que se defendía en Nueve novísimos. En la sección „Artes y Letras“ del diario Informaciones (12 de febrero de 1970), Carlos Bousoño escribía un artículo, titulado significativamente „Hoy ya no puede hacerse poesía social“, en el que defendía „la tendencia hacia la sorpresa y la irrealidad“ que caracterizaba la nueva poesía. El 14 de mayo, en el mismo periódico, Rafael Conte hablaba ya de la escuela veneciana, „desenfadada, brillante, escéptica y esteticista“, como de la encargada de „remover y conmover el pacífico y hermoso lago de la poesía española“ (nunca he sabido a qué hermoso lago se refería Conte). No todo lo que ofrecían los Nueve Novísimos era novedad. La poesía lírica de nuestros días se ha caracterizado por un indagar constantemente en sí misma, en el acto de creación y en el lenguaje, por la meditación sobre el quehacer poético y sobre la escritura en general. La generación de poetas que precedió a los Novísimos ya había establecido las pautas de esta meditación. José Angel Valente, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Angel González y Francisco Brines habían luchado por liberarse del compromiso ideológico, que tanto había mediatizado la poesía social, y se habían cobijado en la concepción de la poesía como medio de conocimiento de la realidad. En un principio los jóvenes Novísimos se apartaron de toda la poesía española que les precedía y podía identificarse con la poesía social y con el realismo. Pero con el tiempo, muchos de ellos cambiarían de actitud, empezando a reconocer los méritos de sus inmediatos antecesores. Tras los Nueve Novísimos podemos simplificar el panorama poético español en una serie de grupos, de tendencias estéticas, que han venido conviviendo desde los años 70 a los 90. Todas ellas heredan, a mi entender, gran parte de los temas y del estilo que se inauguraba a finales de los 60 en la poesía española, sólo a finales de los 80 se puede hablar de una tendencia estética con planteamientos distintos, que, además, será la que condicione la evolución de la poesía de los 90, invadiendo con éxito el mercado editorial y acaparando los premios. Esta es la que parece presentar cambios significativos con respecto a Nueve Novísimos y, por eso, me detendré más en ella. La primera tendencia será la de los continuadores de la estética novísima, que ya en los 80 comienza su declive, y que afecta en especial a los que más defienden el decadentismo y el culturalismo. Serán los llamados posnovísimos de Luis Antonio de Villena. Sus temas versarán en torno a la juventud perdida, al cuerpo, la homosexualidad, el Mediterráneo como espacio de aventura y placer, el tono jubiloso o elegíaco para sus poemas, y los maestros Cavafis, Cernuda, Gil-Albert y Brines. La segunda tendencia será la que denominamos poesía de la reflexión, también llamada de la „poética del silencio“, cuyos poetas, bajo el magisterio de Paul Celan, María Zambrano y José Angel Valente se plantean la creación partiendo del axioma de que la experiencia poética es, como la mística, inefable, y la palabra un torpe instrumento, una imprescindible imperfección del silencio. Así para Jaime Siles o Andrés Sánchez Robayna, el poema se convierte en lugar para la reflexión sobre la creación poética, la metapoesía y la abstracción. La tercera tendencia viene a recuperar la tradición simbolista y surrealista, en algunos poetas confluye con los planteamientos de la poesía del silencio, y sigue, como las anteriores, muy ligada a la estética de la antología Nueve novísimos. Representativos de lo dicho serían algunos de los últimos libros de Pere Gimferrer, Jorge Urrutia, César Antonio Molina, Blanca Andreu, Ana Rosetti, Almudena Guzmán, Juan Carlos Suñen y Juan Carlos Mestre. La cuarta y última tendencia poética es la que más se diferencia del discurso poético de los 60 y 70. A finales de los 80 se utiliza el término „poesía de la experiencia“ para denominar, en un principio, un estilo poético que tímidamente se alejaba de la estética novísima. Con el tiempo, ya finales de los 90, resultaría confuso y ambiguo seguir utilizando esta denominación (¿qué poesía no parte de la experiencia?) para la poesía de Diego Jesús Jiménez, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero, Julio Martínez Mesanza o Juan Cobos. El término procede del libro de Robert Langbaum, The Poetry of Experience, dedicado a estudiar el monólogo dramático en la lírica inglesa. Shirley Mangini nos resume este concepto: „El monólogo dramático es un proceso mediente el cual la experiencia que el poema revela está contada por un observador, hablante o personaje que no es necesariamente el poeta. El poeta se encarga de dotar a su personaje de las cualidades necesarias para hacer que el poema le suceda“ (J. Gil de Biedma, Madrid, Júcar, 1980, pp. 72-73). Aunque éste es un concepto muy interesante que nos sirve para aclarar cuestiones que se nos plantean en esta poesía, y que la hacen diferente de las tendencias novísimas y venecianas, nosotros preferimos hablar de poesía de los 80 o de poesía de los 90. Ya se ha señalado repetidamente como característica de los Novísimos la falta que había en su poesía de datos personales y autobiográficos, la pérdida de la identidad en el acto de la creación poética y su reflejo en los versos. En la poesía de los 80 el poeta, por el contrario, comienza a utilizar materiales de su experiencia personal, y lo hace bajo primera persona o la segunda, dándole a ésta el uso que Bousoño ha denominado „tú testaferro“; de ahí que el poema se llene de datos biográficos, unos estarán documentados en la biografía del propio poeta, otros se incluirán en el poema por una de las máscaras biográficas ficticias, de las que hablaré más adelante. Frente a la ausencia de datos personales en la poesía novísima de los 70, los poetas coinciden al presentarnos un yo poético protagonizando con orgullo sus poemas. Parece que han decidido contarnos sus experiencias o sus reflexiones, darnos datos de su biografía personal o crear biografías ficticias en cada poema. Además, en los versos se dan cita otros personajes que también aportan nuevos datos sobre el poeta, su entorno social, sus gustos. La primera gran diferencia, pues, que encontramos en los poetas de esta tendencia será el uso de la primera persona, la exhibición del yo poético, la investigación en los sentimientos, la vuelta a los „temas eternos“ y la tendencia a narrar desde esa primera persona los hechos cotidianos. Leyendo la poesía de Luis Alberto de Cuenca, Abelardo Linares, José Luis García Martín, Jon Juaristi, Miguel D’Ors y de los más jóvenes Luis García Montero, Felipe Benítez, Carlos Marzal, Pedro Casariego o Julio Martínez Mesanza, el lector percibe inmediatamente el profundo cambio en la relación del lector con el autor. El poeta fomenta una comunicación directa, busca la complicidad con el lector, trata de recuperarlo para la poesía, acercarse a él. Es decir, se trata de una poesía de alto contenido vital, donde el poeta atiende especialmente a su vida personal, donde cuenta lo que le pasa y dónde le pasa, no versando sobre sí mismo, sino más bien narrando pasajes, anécdotas de su vida y describiendo éstas, bien desde la primera persona, o la segunda, muchas veces sustituida por una máscara de sí mismo, o la evocación de un personaje histórico o de ficción. Hay que tener en cuenta, que el uso de un personaje en el monólogo dramático del que hablamos, de un personaje distinto del autor, no es contradictorio con su carácter autobiográfico: se puede tratar de una máscara que resalta mejor ciertas facetas del autor (García Posada habla de la „ficcionalización del yo“ en La nueva poesía (1975-1992), Barcelona, Crítica, 1996). La crítica (Enrique Molina Campos, Miguel García Posada, Jaime Siles, Miguel D´Ors, García Martín...) ha señalado otras características para esta poesía que citamos a continuación: 1) La relectura de la tradición cultural española: con especial atención a la generación de Angel González, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma, José Angel Valente. 2) La vuelta a los metros clásicos y a la rima. 3) La readaptación de la épica. Epicidad que se apoya en la fuerte presencia de elementos individualistas. 4) La introducción del humor, la ironía, la parodia. Y 5) La elección del espacio urbano y la temática urbana como fuentes de inspiración, como marco y como escenografía apropiada al desarrollo del acontecimiento poético. Vamos a detenernos en esta última característica, pues me parece uno de los hallazgos más interesantes. En los 80 y los 90 se produce un profundo cambio en la concepción de la realidad y del poema como representación de esa realidad, en la configuración de los escenarios poéticos y en el papel que se concede el poeta, a sí mismo, en esos escenarios. Estamos viendo a través de los versos que los poetas mantienen una actitud cordial hacia la vida en general y que parecen abandonar las posturas rebeldes, traumáticas, distanciadoras y fetichistas de algunos novísimos. Los poetas quieren enlazar con la vida actual, entrar en la modernidad, sin que ello tenga ya que ver con actitudes contestatarias o vanguardistas. Vemos, además, un interés por relacionarse con la tradición cultural en la que han nacido y vivido, y recuperar o, al menos, no evitar, la herencia de la tradición poética menos social de la generación del medio siglo. Gran parte del éxito de los Novísimos en los 70 se debió a la facilidad que tuvieron para crear una gran escenografía literaria, artística, con elementos del teatro y del cine, que estaba en la mente de muchos jóvenes españoles ya a finales de los 60. En su poesía había todo un despliege de luces y sonidos (recordemos el poema „Muerte en Venecia“ de Gimferrer o la casi totalidad de su libro La muerte en Beverly Hills, los poemas sobre „El Dorado“,“Cantando bajo la lluvia“ o „Belle de Jour“ de José María Alvarez; los de Peter Pan, Blancanieves o „La caza del Snark“ de Panero, los de la Babilonia de Nino y Semíramis o el „Amor y la muerte en Calímaco de Cirene“ en Luis Alberto de Cuenca etc.) Escenarios mágníficos, de estética barroca, veneciana, „hollywoodesca“, del modernismo, del simbolismo y los prerrafaelitas, del mundo del comic, del jazz o del pop; escenarios todos ellos llenos de sugerentes imágenes, pero que dejaban fuera al lector, convirtiéndolo en un espectador pasivo, que poco entendía, pero se dejaba fascinar, por tanta parafernalia y artificio. Esta será, a mi entender, una de las diferencias con la poesía que se está escribiendo en los últimos años. Mientras los novísimos no subían a los escenarios que ellos mismos habían creado, se mantenían distantes, espectadores, lejanos; los poetas en los 80 y los 90 especialmente, aunque mantienen muchos de esos escenarios (despojándoles de decadentismo, florituras y referencias culturales), se suben a ellos para participar, protagonizar, dirigir la representación. La diferencia estriba en que ahora el poeta, su „yo poético“, su ser en la ficción del poema, y los personajes por él creados, las máscaras, una y mil veces inventadas por la vida, viven en esos escenarios y, desde ahí, trasmiten a un lector cómplice e involucrado sus experiencias literarias, biográficas, reales o ficticias. La pasión será guía en el poema, pero sobre ella actuará la ironía, con sus sofisticadas técnicas de distanciamiento. Vemos con frecuencia que los poetas se desdoblan en distintos personajes, con distintas psicologías: son reyes, princesas, guerreros, policias, ligones, amas de casa aburridas, hombres deprimidos, arruinados, celosos y criminales. El poeta se desdobla, finge, o es él mismo, recuerda o inventa, y estos personajes llaman la atención del lector, consiguiendo su complicidad una vez más. El poeta o los personajes por él creado hablan al lector, desde esos escenarios, de sí mismos, de sus sentimientos, sus amores, sus miedos, de los celos, de la generosidad y de la vileza, de la fidelidad y de la cobardía. También se cuentan las anécdotas del día, o las de los amigos, incluso los versos llegan a discurrir sobre las características y los modos de comportamiento de su sociedad, llegando a la reflexión sobre su significado y extrayendo lecciones de vida; la autoironía neutralizará, como he dicho, el posible patetismo de la expresión excesivamente intimista. La escenografía, si es que se modifica, lo hace especialmente en los adornos. La ciudad se muestra en sus aspectos urbanos más duros, más sombríos, hiperrealistas o expresionistas; las calles, los bares, los parkings subterráneos y el hombre vagando, paseando, perdiéndose o divirtiéndose en su ciudad, desplegando por ella sus sentimientos, dejando volar sus ensoñaciones o dejándose arrastrar por sus visiones. Si el tratamiento del yo se volvía obsesivo, como dijimos, sólo se perderá en la ensoñación, durante el sueño, o en el espacio de la fantasía. Desaparece la imaginería surrealista o vanguardista de los 70, pero no la onírica. Se juega en ese espacio entre la vigilia y el sueño, la realidad y la fantasía, donde pueden incluirse todo tipo de elementos extraordinarios (marcianos, monstruos, cíclopes, caballeros medievales, fantasmas...) en una realidad aparentemente cotidiana. Y es que los datos pseudobiográficos que se incorporan al poema, las cosas que le suceden al yo poético, proceden de diferentes realidades, y nadie, ni el lector, ni el poeta harán distinciones entre ellas. Este aspecto, que suele olvidar la crítica, me ha llamado la atención, pues veo con frecuencia cómo algunos poetas de esta última generación tienden a crear espacios irreales, soñados o fantásticos a partir de la realidad cotidiana. Esto se manifiesta de distintas maneras: por un lado, habrá poemas donde esos nuevos mundos creados por el poema se consigan con la simple mitificación de la realidad cotidiana; por otro lado, los habrá como resultado de la desmitificación absoluta de esa misma realidad cotidiana. Así mismo, también encontraremos poemas fundados sobre anécdotas, hechos cotidianos o circunstancias culturales ocurridas en tiempos lejanos, situados en la antigüedad clásica, el mundo medieval, el romanticismo o los Años Veinte, pero el poeta se encargará siempre con habilidad de incorporalos a nuestro tiempo, jugando incluso con los anacronismos. Así que, cuando hablamos del tratamiento diferente de la realidad en la poesía de las dos últimas décadas, sea porque ésta sufre un proceso de mitificación de o desmitificación, es porque creemos que el poeta juega con una realidad que él mismo falsifica, pues la realidad tal cual, no parece ser vista poéticamente, no parece ser valorada ni estética ni éticamente. La falta de estructuración de esa realidad hace, pues, innecesarias las verdaderas experiencias, éstas no tienen que ocurrir para que surja el poema. La realidad se falsea previamente al acto de creación poética, el poeta elige desde la subjetividad el valor poético que quiere resaltar, lo mitifica o lo desmitifica, y al final el poema sólo presenta una pseudo realidad. Lo que se consigue es crear una atmósfera de irrealidad ante un lector espectador, cómplice. El lector queda atrapado entre los ambientes conocidos y la claridad de la narración; el hechizo se produce sin sobresaltos. (Podemos encontrar un cíclope en la Casa de Campo, tener una ameba con pseudópodos en nuestro bolsillo, hablar con un extraterrestre, o conocer a Ulises en una fiesta.) Estamos hablando de una poesía que busca temas inquietantes y turbadores en los que el poeta pueda dar rienda suelta a sus fantasías, hiperbolizando aquellos aspectos de la realidad cotidiana que le parezcan más atractivos, destacando los rasgos más humanos, bien para ridiculizarlos, bien para ensalzarlos, pero dejando siempre un espacio de ironía o de humor entre el poema y el lector. En cualquier caso, esas nuevas realidades de las que nos hablan los poemas se presentarán de manera ordenada e inteligible, nada deberá interrumpir la comunicación con el lector, pues se busca al lector, se le quiere hacer cómplice y partícipe del mundo inventado en el poema. La comunicación con el lector sigue siendo, como dijimos, uno de los objetivos primordiales, pues el poeta tiene la seguridad de que no es ningún demérito artístico el que un poema „se entienda“. En esta poesía se trata de recobrar las cosas cotidanas, los objetos y los seres queridos, procurando que no pierdan su ser real, aceptando su condición objetiva; por eso vemos cómo se revaloriza la importancia del lugar donde se vive, de la provincia, de la ciudad, la calle, los bares. Al poeta le gusta nombrar los lugares por los que pasa, aproximarlos al lector, para que éste participe de su historia, sea ésta una historia fingida o real. Parece, como señala Francismo Rico, que los poemas están ganando en „sustancia narrativa, cotidianidad, lenguaje coloquial, humor, en tanto las novelas crecen en intimidad, afectos, rumbos meditativos...“ (Francisco Rico, „De hoy para mañana: la literatura de la libertad“ El País, 9-10-1991, p. 4.). El esquema para producir el poema está conseguido, el éxito por el momento también, la realidad se impone una vez más en la literatura, la anécdota vivida o fingida es narrada poéticamente, con claridad y cuidado formal. Es la eterna anécdota que expresa y comunica al lector el dolor y la alegría cotidianas, y que funciona muy bién en el cine y en la novela contemporáneas, pero en poesía la narración de anécdotas no debe ahogar el poema, donde por encima de todo debe quedar libre el camino hacia la imaginación, las sugerencias y las emociones.